Un problema prácticamente resuelto que deja al descubierto otro cuya solución se antoja mucho más complicada. El aumento de la vigilancia a los locales de ocio nocturno de Benidorm ha permitido poner coto a los excesos de decibelios que se daban en el interior de algunos establecimientos y que, inevitablemente, traspasaba al exterior. Sin embargo, el Ayuntamiento se enfrenta ahora a la contaminación acústica que se da en las calles de la ciudad turística, principalmente, a raíz de las aglomeraciones que se forman a las puertas de muchos bares en plena madrugada. Una situación que se abordó ayer por la mañana durante la comisión sobre el ruido celebrada en el Consistorio.
El conflicto viene de largo y se intensificó con la entrada en vigor de la ley antitabaco. Los fumadores y, en ocasiones también sus acompañantes, salen a la calle en plena fiesta y, al final, terminan rompiendo con la armonía necesaria para el descanso vecinal a altas horas de la noche. Aunque no solo esta situación enfada a los vecinos. El sonido del tráfico rodado, los extractores de humo o, incluso, los aparatos de aire acondicionado también representan una molestia para los residentes, según se puso ayer encima de la mesa en la comisión del ruido.
Menos quejas
El exceso de decibelios en los locales de ocio nocturno parece ser un problema de otra época. De hecho, en lo que va de año se han recibido algo más de un centenar de quejas por parte de los residentes, en este sentido, frente a las cerca de 400 registradas durante el año anterior, según explicó el edil de Seguridad, Lorenzo Martínez.
De las llamadas vecinales para alertar sobre el exceso de ruido en algún punto de la ciudad tan solo 79 fueron positivas. Esto es, la Policía Local acudió al lugar de los hechos y comprobó «in situ» que se sobrepasaba el nivel permitido por la legislación vigente ya fuera en el interior de establecimientos de ocio nocturno o en plena calle. Cabe destacar, de hecho, que de esas 79 quejas afirmativas tan solo una veintena correspondieron a denuncias por el alto volumen de la música de los bares, por lo que el principal foco de la contaminación acústica en Benidorm está ahora en sus calles.
No obstante, el Ayuntamiento no está dispuesto a dar tregua a los locales de ocio nocturno y continúa con las rondas de inspecciones a los mismos, como explicó ayer Martínez. «Cada local debe tener vigente la auditoría en la que se refleja el nivel de decibelios que soporta ese establecimiento. Si lo supera o no la tiene en regla se aplica estrictamente la que marca la ley, que suele inferior a la que luego se permite en cada negocio en función de las posibilidades de sus instalaciones y de las medidas aplicadas para reducir el impacto de la música, como la insonorización del mismo o la orientación de los bafles», explicó Martínez.
Para frenar la contaminación acústica en las calles, el gobierno local pidió ayer de nuevo la colaboración a los responsables del ocio nocturno, aunque entienden la «complejidad» del problema. Desde Ociobal, la asociación que aglutina a pubs y discotecas, mostraron buena disposición a contribuir aunque consideraron que el mejor paliativo para el problema es aumentar la presencia policial en las calles, lo que permitiría disuadir a la gente. Además, el edil de Seguridad volvió a poner encima de la mesa la posibilidad de instalar sonómetros en los puntos más calientes para reducir el problema. Aunque desde Ociobal consideraron que esto tan solo permitiría tener un registro de los excesos pero no supondría una solución.
Mapa y zonas saturadas
Durante la comisión, el portavoz de Compromís-Los Verdes, Josep Bigorra, preguntó por el proceso de elaboración del mapa acústico, que permitirá conocer las zonas saturadas, acústicamente hablando, de la ciudad. El edil de Medio Ambiente, José Ramón González de Zárate, adelantó que espera tener los resultados de las primeras mediciones realizadas dentro de este proceso para finales de año, como confirmó a preguntas de este diario.
