La rehabilitación del frente litoral de Altea tiene premio. Al menos en el aspecto arqueológico. Ayer se desplazó a Altea un equipo de técnicos del Museo Arqueológico Provincial de Alicante para recuperar una lápida funeraria leonesa de mediados del siglo XV encontrada semienterrada en el jardín del edificio de apartamentos Novaltea V y trasladarla a Alicante, donde se limpiará y conservará hasta conocer que destino que se le da: enviarla a León si lo reclama la Junta de Castilla-León o depositarla definitivamente en el MARQ. Para controlar la extracción de esta pieza arqueológica asistieron al mediodía de ayer la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga; la jefa del Servicio Provincial de Costas, Rosa de los Ríos; y los concejales de Cultura, Turismo y Seguridad Ciudadana de Altea. Dos horas después, el diputado provincial de Cultura, César Augusto Asencio, recepcionaba en el museo alicantino esta valiosa pieza medieval acompañado por el director técnico del centro, Manuel Olcina.

Según las primeras investigaciones, tal como señaló Carmen Amoraga, «la lápida perteneció a Inés Álvarez, mujer del caballero Rodrigo Alonso del Toral de Lope». Por su parte, Manuel Olcina manifestó que «se trata de una lauda funeraria del año 1448 que se ha depositado temporalmente en el MARQ hasta confirmar su origen y destino definitivo». Asencio, por su parte, explicó que la lápida «data del reinado de Juan II de Castilla y es un hallazgo excepcional dado lo poco común de este tipo de enterramientos. Los técnicos han comenzado los trabajos de investigación para determinar su origen, aunque todo apunta a que procede de León y podría haber pertenecido al claustro del monasterio de San Julián y Santa Basilisa de Ruiforco, panteón de los Reyes de León, actualmente desaparecido».

Sobre esta lápida funeraria hay un estudio de investigación elaborado en 1988 por el catedrático de Ciencias Historiográficas de la Universidad de Alcalá, Carlos Sáez Sánchez en el que afirma que fue encontrada «semienterrada cerca del cauces del río Torío, al norte de León, por don Pedro Ferrándiz en un hallazgo casual». El catedrático describe que la pieza «presenta una gran fractura en su parte inferior». La lápida mide 137 centímetros en su lugar más alto, 85 centímetros en la parte más ancha, y 96 centímetros de grosor. En el centro aparece esculpida la imagen de la difunta envuelta en hábitos con la cabeza reposando sobre un cojín. En la losa una escritura, indica que «aquí yace Ynes Alvarez, mugier que fue de Rodrigo Alonso del Toral de Lope, caballero».