La Vila Joiosa, 27 de febrero de 2016. Una veintena de personas se enfundaban sus trajes desde primera hora de la mañana. Tenían 12 kilómetros por delante y la previsión del tiempo no auguraba un camino fácil. Los participantes del Camí del Peix comenzaron ayer su andadura en La Vila, y continuó todo el día por Orxeta, Relleu, Sella y Penàguila. Un evento organizado por el Vilamuseu, la asociación cultural Hispania Romana y el Museo Arqueológico de Alcoy, ciudad a la que está previsto que lleguen hoy.

Alrededor de las 8.30 horas se concentraron en La Vila. Minutos después, soldados y civiles se encaminaban hasta la zona de La Ermita, junto a la «creu de pedra». Allí celebraron la ceremonia a los Lares Compitales, dioses protectores de los barrios romanos y de los cruces de caminos. En este acto participó el alcalde de la ciudad, Andreu Verdú, al que le colocaron la toga como «magistrado romano».

El sacerdote de la asociación cultural Hispania Romana marcó en el cielo un rectángulo. Así invocó a los dioses para que se pronunciaran sobre la marcha que iban a emprender. Justo cuando terminó de dirigir sus palabras, se escuchó el canto de un pájaro. «Significa que son buenos augurios. Es como si Júpiter hubiera bendecido el camino», explicó a este diario Antonio Espinosa, el arqueólogo de La Vila y director del Vilamuseu.

A continuación, continuaron su camino hasta la próxima parada: Orxeta. Allí recrearon juegos infantiles de la época romana, vistieron al alcalde de «magistrado romano» y le explicaron a los más pequeños que esperaban su llegada diferentes conceptos, cómo por qué pesaban tanto la ropa que llevaban, alrededor de 30 kilos. Según indicó Espinosa, los romanos a los que recrean son los del siglo I a. C, época posterior a la reforma militar del general Mario. A partir de entonces, se dejaron de utilizar a las mulas para llevar la carga y comenzaron a llevarlas sobre ellos mismos, motivo por el cual fueron objeto de burla llamándoles «las mulas de Mario».

Con el paso del tiempo, las fuerzas comenzaron a flaquear levemente, precisamente por el peso de la vestimenta. Como consecuencia, se retrasaron a la llegada a Relleu. Según comentó Espinosa, algunos de los participantes empezaron a tener molestias en las piernas, había a quienes se les subió el gemelo o se torció levemente el tobillo. Incluso un vecino de Orxeta que pasaba por allí se prestó a llevar en coche a uno de los participantes hasta Relleu. A otro de los caminantes se le rompió la cáliga, una especie de sandalia romana con clavos, que le provocó ir durante un tiempo descalzo hasta que se pudo cambiar el calzado.

A pesar del tiempo que preveía lluvias durante el camino, pocas gotas terminaron cayendo durante el trayecto. «El tiempo es el perfecto», indicó Espinosa.

Esta senda se usa desde hace al menos 2.700 años, como demuestran las necrópolis con tumbas fenicias. En época íbera, unía en sus dos extremos las ciudades íberas de Allon y la Serreta.

Sobre las 19:25 horas llegaron «cansados» a Penàguila -último destino de la etapa de ayer- pero el recibimiento fue muy gratificante. «Estaba todo el pueblo esperándonos en la plaza. Ha sido muy emotivo», argumentó.

En el campamento de Relleu han dormido y han cogido fuerzas para afrontar los últimos kilómetros que hoy les conducirán hasta Alcoy, donde, sobre las 13 horas, realizarán una exhibición.