La filà Els Cebers, que este año ostenta el reinado cristiano, enamoró anoche a Altea en el desfile de la Entrada Cristiana con un gran boato que acompañaba a la reina, Maica Botella, el embajador, Vicent Devesa, y el abanderado, Miguel Quevedo. La otra protagonista de la noche fue la niña de 5 años, Amèlia Mulet, de la filà Creuats d'Altea, que tiene el cargo de alférez. Su simpatía natural fue la admiración de los más de diez mil espectadores que se concentraron en las calles Filarmónica, Pont de Montcau y Jaume I hasta la Plaça dels Esports.

Pero antes de celebrarse la Entrada Cristiana, al mediodía de ayer tuvo lugar la Embajada Mora y el alardo con la posterior rendición de las fuerzas cristiana ante las huestes moras comandadas por la filà Cora d'Algar. Antes de la embajada, las fuerzas cristianas acudieron en retirada al interior del castillo de Altea presionados por los moros que subían a lo alto del pueblo con el Rey Moro, Gonzalo Muñoz, al frente. A parlamentar para que se rindieran los cristianos acudió la embajadora Carmen Orozco flaqueada por una guardia de honor formada solo por mujeres vestidas de negro y con sus rostros cubiertos por un velo del mismo color. Una vez tomadas las posiciones en la plaza de la Iglesia, Carmen, como emisaria real, reclamó para su pueblo la fortaleza alteana pues sus raíces eran fuerza suficiente para recuperar el territorio después de estar cientos de años viviendo ahí. Desde lo alto del castillo, la reina cristiana Maica Botella, flaqueada por su embajador, la alférez y el abanderado, defendió su propiedad dado que entes de los moros vivían los cristianos, y fueron aquellos quienes invadieron las tierras cristianas. Un parlamento de casi media hora no condujo nada mas que, al final, decidir ambos bandos tomar las armas para acabar venciendo las huestes moras.

Por la noche, se inició la Entrada Cristiana con el desfile de las reinas infantil y mayor, Àngela Rostoll y Nuria López respectivamente, acompañadas por sus cortes de honor. Tras ellas, la abanderada cristiana de la Associació de Moros i Cristians Sant Blai, Rocío Cervantes, de Cristians de la Muralla, precedía, montada sobre una carroza que figuraba la entrada al castillo de Altea con unas águilas, símbolo de su filà, sobre la muralla. A continuación eran las filaes Cristians de la Muralla, Contrabandistes, Carteia, Corsaris y Templaris quienes anunciaban a la alférez infantil que iba montada en una carroza en la que seis guerreros la llevaban en alto sobre sus escudos enlazados. Su filà Creuats d'Altea la acompañaba junto a un gran números de chiquillos que aprendían a guerrear con espadas de madera. Continuó la Entrada con Cristians d'Altaia, Conqueridors y Maseros para dar paso al gran boato de Els Cebers. Sus cargos festeros saludaban al público desde impresionantes carrozas mientras en el suelo había representaciones de luchas, ballets y la fiesta de un pueblo triunfante.