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El ocio nocturno a orillas del mar arrasa en Altea

Los chiringuitos de la localidad se consolidan como una alternativa para público de la comarca

El ocio nocturno a orillas del mar arrasa en Altea

Cuando cae el sol, la playa de Altea se transforma. Las toallas y los torsos desnudos dejan paso a un estilismo mucho más sofisticado. Vecinos y turistas de Altea y el resto de la comarca acuden no sólo por el día, a la oferta de chiringuitos que propone el municipio. En total son 6 los establecimientos costeros de la localidad, según la concejalía de Playas de Altea.

Las vistas del mar al atardecer, sobre la alfombra de canto rodado de las playas de este municipio tienen poco que envidiar al litoral balear, según Alejandro, vecino de Benidorm, que prefiere estos rincones alejados del bullicio a otros lugares más masificados. Y esta opinión se ha ido extendiendo por el boca a boca entre las localidades vecinas. Se habla de conciertos en directo a orillas del mar, espectáculos de malabares con fuego o actuaciones de dj's hasta media noche. Una oferta nocturna que complementa al tradicional servicio de comidas y bebidas en plena playa.

«Este lugar empezó siendo algo más pequeño y poco a poco se han ido añadiendo cositas», comenta Rocío, camarera del chiringuito junto al Puerto de Altea, quien asegura que la hora fuerte del día es de 20.00 a 23.0 horas y que aunque el mojito es el cóctel estrella, en ningún caso eclipsa a la clásica caña. Los hay que acaban de empezar y los que arrastran más de 20 años de trayectoria, como el chiringuito de la Olla de Juan Riera, el Sigarro. Él asegura que el cliente nacional ha ido ganando terreno al turista extranjero. Pero si algo distingue a estos rincones a orillas del mar es su transformación a lo largo de la jornada. A primera hora del día es difícil escuchar hablar castellano entre los corrillos de mesas. Gordon, por ejemplo, inglés de 65 años, llega desde Benidorm en autobús para pasar un día de playa en las tumbonas de estos establecimientos, siempre bajo el sol y con una cerveza en la mano. Pero cuando los rayos del gran astro se apagan acude un cliente más joven de Altea y de pueblos vecinos para desconectar de los calurosos días de este verano.

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