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Moteros contra el abuso infantil

Los miembros de la asociación MOCAI utilizan su imagen de tipos duros para una buena causa

Moteros contra el abuso infantil

«Somos moteros, ni matones, ni guardaespaldas, y estamos convencidos de que ningún niño tiene que vivir con miedo». Bajo este lema y una apariencia de tipos duros se esconde el proyecto MOCAI, Motoristas Contra El Abuso Infantil, una Asociación Sin Ánimo de Lucro, con delegaciones por toda España, que se dedica a ayudar y acompañar en su rutina diaria a menores víctimas de abusos, tanto físicos y psicológicos, como sexuales.

Todos sus miembros son voluntarios. Duros por fuera y blanditos por dentro. Hasta el punto de que la mayoría de ellos dedica el cien por cien de su tiempo libre a ganarse la confianza del menor y asegurarle «que todos sus problemas se van a solucionar». Una afirmación que pronunciada por varios moteros a las puertas del colegio en el que el niño sufre abusos, gana fuerza y credibilidad. Y así es como actúan.

Una vez la familia se pone en contacto a través del teléfono de ayuda al menor -el 696 696 989- se activa un protocolo coordinado a lo largo de todo el territorio nacional. Al otro lado de la línea, Olga desde Madrid, ofrece asesoramiento jurídico y psicológico a las familias que lo solicitan. Y lo primero que aconseja es denunciar los malos tratos, aunque sea otro menor el que los cause. Luego un psicólogo valora y atiende a la familia por teléfono y cuando el caso lo requiere, los moteros entran en acción. Es en ese momento, cuando las distintas delegaciones, dependiendo de lazona geográfica en la que tiene lugar el acoso, entran en escena.

En el caso de Alicante, están organizados desde su sede en Finestrat. Allí, el vicepresidente de MOCAI en la provincia, Raúl Cáceres, más conocido como «Lobo» coordina, junto al resto de moteros de la familia alicantina, la actuación que requiere cada niño. «Muchas veces, ni siquiera tenemos que acompañar al menor al colegio, sólo hablando con el director del centro y explicando cómo actuamos, ellos buscan la forma de acabar con la situación de acoso», explicó Lobo a este diario. «A veces hay directores que intentan escurrir el bulto, pero al vernos a nosotros no se pueden negar, y activan el Plan de Prevención de la Violencia en el colegio», añadió.

Si la angustia del menor persiste se organiza la custodia del niño, de forma que varios moteros le acompañan en su rutina diaria para que su autoestima se recupere y ganen confianza en sí mismos.

«Nunca se interactúa con el agresor, sólo actuamos de barrera física, nos ponemos en medio en caso de que el acosador, ya sea niño o adulto, se quiera acercar al protegido, enseñando nuestros escudos bordados en los chalecos», explica con firmeza Raúl, al tiempo que subraya el simbolismo de dichos chalecos: «cuando custodiamos a un niño le entregamos un chalequito con el que le mostramos que para nosotros es un hermano más, parte de nuestra familia, y que se puede sentir seguro».

Sus distintivos son inconfundibles, además del chaleco, siempre van acompañados de una motocicleta con una cilindrada igual o superior a 500 centímetros cúbicos. Poseer este vehículo es además un requisito indispensable para entrar a formar parte de la familia MOCAI. Así como un certificado de antecedentes penales «totalmente limpio».

Entre sus miembros hay desde carpinteros y médicos, hasta militares y miembros de las Fuerzas y Seguridad del Estado, que de forma altruista ayudan a los menores que lo necesitan. En Alicante, según Raúl, han custodiado «a tres menores de entre 7 y 13 años, desde septiembre de 2014», momento en el que esta asociación se instaura en la provincia. La sede de MOCAI en Madrid lleva más de 2 años operativa.

Se autofinancian a través de donaciones y la venta de merchandising, de forma que el apoyo de estos moteros no implica coste alguno para las familias que lo solicitan. Tampoco el asesoramiento psicológico y jurídico que presta la asociación. Además, realizan diversas actividades con los niños que custodian, como el Campamento de Verano que la pasada semana se desarrolló en Finestrat en el que niños y moteros llegados de toda España disfrutaron de la oferta deportiva y de ocio de la Marina Baixa y aprendieron técnicas de defensa personal para ganar autoestima.

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