La calle Alameda de Benidorm está de moda. Según los hosteleros de la zona, es la número uno en mayor afluencia de público de la ciudad. Y la gente llama a la gente. Comparten esta calle peatonal bancos, comercios, viandantes y cafeterías con sus respectivas terrazas repletas de mesas y sillas. Ante tal cúmulo de elementos, la concejalía de Comercio y Escena Urbana comenzó una campaña informativa el miércoles para advertir a los propietarios de las terrazas sobre la importancia de cumplir la ordenanza municipal al respecto. Además, la concejal de Comercio, Ana Pellicer, y el edil de Escena Urbana, José Ramón González de Zárate, anunciaron «in situ» a los hosteleros que los próximos días inspectores municipales recorrerían las terrazas para controlar que «todos por igual» se ajusten a la norma. Y así lo hicieron.

Ayer por la mañana varios inspectores recordaron uno por uno, el número de mesas que cada negocio puede sacar a la calle, dependiendo de los metros de la fachada y de si tienen en frente otro establecimiento con terraza. Esta actuación indignó a algunos locales como el «Da igual», de Ismael Sánchez. El cumplimiento de la norma obliga a Ismael a reducir a la mitad las 36 mesas que tenía hasta la fecha. Unas restricciones que, según el empresario, «son contraproducentes para los comerciantes que tenemos que aprovechar los tres meses buenos de verano». En su caso, de tres líneas de mesas ha pasado a dos. «A consecuencia de esto, yo hoy -en referencia a ayer- he tenido que despedir a seis personas, porque hay menos mesas que servir», argumentó. Según su visión, las mesas no estorban «para nada al contrario», dice, «dan ambiente a la calle».

Esta opinión se contrapone con las quejas ciudadanas que, según el Ayuntamiento, aluden a la dificultad de pasear por esta vía o de sentarse en los bancos municipales».

Desde el bar de Ismael, unos metros en dirección al Castillo, Ricardo, camarero del bar Gin Tonic, aseguraba que «faltan mesas para los clientes ahora en la época de verano». «A nosotros nos quitan cuatro mesas y sólo nos quedan 8, que tienen que estar dispuestas en una única línea, no en zigzag como las teníamos antes, para no molestar al bar de enfrente, dicen». Y en el bar de en frente, el «Alameda 20», 9 son las mesas permitidas. Sin embargo, a Alejandra, su camarera, sí encuentra oportuno que se controlen los locales que tienen «muchas más mesas de las que deberían».

Por otro lado, en líneas generales, los comercios destacan el papel de las terrazas a la hora de revalorizar la calle Alameda. Pilar, encargada de la boutique de ropa Macedonia, asegura que «han devuelto la vida a la calle, porque antes la gente sólo venía a los bancos. Dan mucha alegría». Esa misma idea la comparte Javier, de la Farmacia Jorge Martínez, quien considera que las terrazas «dan vida» y «dentro de un límite no molestan».

Las multas por exceder el número de mesas rondan entre 1.200 y 1.500 euros, según González de Zárate. Por el momento, «no se ha puesto ninguna, no somos partidarios de denuncias, sino de diálogo y consenso», señaló. Alrededor de las 19 horas de ayer, los ediles volvieron a recorrer las calles y comprobaron que «por el momento, se está cumpliendo lo acordado».