Fue en 1978 cuando el Consorcio -creado hace 38 años- tomó la primera medida extrema para garantizar el abastecimiento de agua al «nuevo» Benidorm. La ciudad turística no había cesado de crecer, como la sequía en la década de los 70. Esto hizo insuficiente el suministro del pozo de Rabasa en Polop, comprado por Benidorm en el 55, y las reservas a las que accedía de los embalses Amadorio y Guadalest. Por ello, se necesitó recurrir a agua externa que llegó por barcos (impulsada por una tubería hasta el depósito municipal), y cuya imagen ha quedado en la memoria de los benidormenses.
Previamente había realizado la estación de bombeo del río Algar, creando una red de distribución del agua desde el embalse de Guadalest hasta los depósitos de los municipios. Aun así, al ser insuficiente en épocas sin lluvias, se perforaron pozos en Beniardá en busca de agua, encontrando caudales subterráneos que permitieron hacer frente a la escasez hasta 1984, según recuerda el catedrático Francisco Amillo Alegre en un artículo de su blog sobre la historia de la entidad comarcal. Amillo destaca cómo desde entonces, más la puesta en funcionamiento de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Benidorm y después las de Altea y La Vila, se lograron aprovechar también las aguas residuales a nivel comarcal.
Además, Benidorm -el municipio que más agua recibe- ha reducido el crecimiento de su consumo respecto al del crecimiento de su población por la mayor eficiencia del bien evitando pérdidas en las conducciones.
Hoy son miembros del Consorcio la Diputación Provincial de Alicante, la Confederación Hidrográfica del Júcar -organismo adscrito a la Dirección General de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas- y los ayuntamientos de Alfàs del Pi, Altea, Benidorm, Finestrat, Polop, La Nucía y La Vila Joiosa (Callosa se salió al inicio). Se financia de ayuntamientos integrados, del rendimiento de las explotaciones, de servicios y de las subvenciones.
