Famosa es la historia del alcalde Pedro Zaragoza que a lomos de su vespino fue desde Benidorm hasta la morada madrileña de Franco para pedirle que permitiera que las bañistas pudieran sumergirse en las playas de la ciudad con un bikini en los años 50. Hoy día se recuerda como un atrevido viaje que cambió el futuro de la localidad para dejar atrás el pueblo de marinos y convertirse en una ciudad dedicada al turismo, donde las turistas lucen el bañador hasta por la calle. Ahora, un cortometraje recrea esa historia en la gran pantalla. A. M.