Hay personas que son capaces de ir a la playa con las sombrillas y las sillas a las 7 de la mañana para plantar sus bártulos y abandonarlos hasta horas más tarde. Una técnica muy común en Benidorm que demuestra cuán deseado es ese trozo de arena. Pero ayer los acontecimientos fueron más allá. La empresa R.A. Benidorm SL colocó las hamacas respetando los seis metros medidos tierra adentro a partir del límite interior de la ribera del mar, tal y como establece la Ley de Costas de 1988.

Esto provocó que algunos clientes que habían alquilado una tumbona para estar en primera línea de playa se enzarzaran en discusiones con los bañistas que colocaban su toalla y la sombrilla enfrente de ellos, aprovechando una circunstancia que pocas veces habían visto. «Se trata de un problema entre clientes y bañistas, a nosotros no nos importa poner las hamacas a esa altura, pero que lo cumpla todo el mundo», explicó Pedro Muñoz, socio de R.A.

«¡Si quieren ponerse en primera línea de playa, que bajen a las 7 de la mañana como hace mi marido!», exclamaba una señora mientras la Policía Local trataba de resolver un conflicto entre turistas. Otros, como Cristina Ramírez, calificaba la medida de «ridícula, no le encuentro sentido. Si no quieren que estemos nosotros, ¿van a echar a las personas que pasean por la orilla?». Martín criticaba que pareciera una playa privada para la empresa. A pesar de las advertencias de los hamaqueros, muchos de los bañistas optaban por no moverse. «Si no lo hace el de al lado, por qué lo voy a hacer yo», decía Martín.

Gema Fernández-Santos, una turista toledana, se quejaba de la falta de información puesto que según comentaba, le había pillado por sorpresa. No obstante, esta labor le tocó a la Policía Local y los hamaqueros. «Me duele la cabeza ya de discutir todo el día», decía uno de estos últimos pasadas las 18 horas. Los usuarios de las hamacas, como Ana Aguado, defendían que ellos pagaban 4 euros (el coste del alquiler) para estar en primera línea de playa. Todos coincidían en que si ellos no podían aproximarlas al mar, por qué los particulares sí que podían poner las sombrillas delante de sus tumbonas.

Desde la empresa explican que requirieron la ayuda de la Policía Local porque había clientes que se negaban a pagarles por este motivo. Los agentes destinados en las playas tuvieron que atender a una docena de llamadas que provenían tanto por parte de los clientes de las hamacas, como de la empresa. «Hicimos una labor de mediación en los conflictos que se estaban produciendo», explican.