Si el acceso a la cova tallada ya suele ser difícil en un día de mar en calma, la cosa se complica cuando, como ocurrió ayer, la marea sube y hay algo de oleaje. Más de un excursionista acabó mojado al pasar por el tramo más peliagudo, en el que hay que cogerse bien a la roca para no caerse al agua y acabar, como poco, magullado. Además, toda la senda estaba muy resbaladiza, ya que había llovido y había barro. En un día como el de ayer, se entiende mejor por qué se ha colocado al inicio de la ruta un cartel que la desaconseja. Pero esta cueva, que está en la reserva marina del Cap de la Sant Antoni, sigue seduciendo a muchos senderistas. Algunos no llevan calzado adecuado ni se esperan una senda tan tortuosa y peligrosa.