Entre los carteles de neón que promocionan comercios, los expositores que en plena calle ofrecen una innumerable sucesión de artículos a la venta, los bares de las terrazas, el mercado y el trasiego de visitantes procedentes de todo el mundo, Benidorm pretende demostrar que también tiene cultura y antecedentes históricos. Y que merece la pena enseñarlos. Por eso, su Ayuntamiento ha rematado los proyectos de Boca del Calvari y l'Hort de Colón, los dos museos que abrirá en el corazón palpitante de su centro comercial e histórico, en la confluencia entre el Paseo de la Carretera y Tomás Ortuño. Una apuesta inédita en una ciudad que hasta ahora no contaba con instalaciones museísticas dignas de ese nombre y que había basado toda su fama en su desenfrenado amor al ocio. Ahora, en cambio, buscará nuevas otras estrategias que de igual forma puedan ser rentables y atraer turistas "ya que la cultura también da dinerito", dijo la edil del ramo, la socialista Eva Mayor. "Con los dos proyectos, queremos revitalizar el barrio", agregó el alcalde, Agustín Navarro.

Después de múltiples paralizaciones, las obras de Boca del Calvari van ahora "viento en popa", según aseguró a este diario el arquitecto del edificio, José Escobedo, quien "con toda la prudencia del mundo" pronosticó que los trabajos podrían finalizar en septiembre. De hecho, lo que se pretende es que al principio del verano ya esté lista la parte externa del inmueble y que después sólo quede rematar el interior "para molestar lo menos posible a vecinos y comerciantes". Escobedo informó de que la próxima semana ya estará concluido el forjado del sótano. El futuro museo contará con un total de cuatro plantas y mostrará a nativos y autóctonos los antecedentes históricos y turísticos del municipio.

Así, el área de Cultura y Patrimonio Histórico ya ha pergeñado la distribución de los contenidos temáticos de Boca de Calvari. Según informó Mayor, el sótano albergará las exposiciones temporales, ofrecerá proyecciones audiovisuales y enseñará muestras fotográficas que expongan la vertiginosa transformación de la ciudad durante los últimos años.

La planta baja, al nivel de la calle, se destinará al Benidorm de la Edad de Bronce y a los vestigios íberos y romanos. El gran protagonista será el yacimiento del Tossal de la Cala, que en los últimos tiempos ha deparado verdaderas sorpresas históricas. La primera planta ocupará los testimonios de la era medieval y moderna, con la primera "carta pobla" de 1325 (de Bernat Sarrià) y la segunda, realizada por Beatriz Fajardo en 1666. Habrá también una mirada al mar, al que Benidorm debe su prosperidad, con alusiones a los corsarios, las almadrabas o la marina mercante.

La última planta tendrá un valor especial. A través de ella, la ciudad hablará de lo que más sabe, del turismo y su historia. Tanto en lo que respecta al inicio de esta industria a principios del siglo XX como al desarrollo experimentado tras el Plan General de 1956 que propició los primeros aluviones de hoteles o apartamentos. Habrá también un hueco para los eventos que dieron fama a Benidorm, como el Festival de la Canción.

Boca del Calvari permitirá "recuperar aquellas piezas arqueológicas e históricas que ahora tenemos guardadas en un cajón o expuestas en otros lugares como el MARQ". Mayor puso además un especial énfasis en que el antiguo inmueble -ahora totalmente reconstruido- fue donado en 1909 por Gaspar Ortuño a Benidorm para su "uso público", en respuesta a algunas voces que han sugerido con cierta polémica entregarlo a manos privadas.

En todo el engranaje de Boca del Calvari falta una pieza, la del pasado agrícola tan importante para la economía de la localidad hasta el segundo XX. Y esa pieza se ubicará en el segundo museo, el de l'Hort de Colón. Ambos recintos quedarán así vinculados. Construida entre 1885 y 1892 por Vicente Zaragoza Ortuño, la casa de l'Hort de Colón se convertirá en un museo etnográfico que recreará la vida cotidiana de Benidorm en el siglo XIX y evocará el origen rústico del edificio, hoy cercado por los bloques. Lo hará hasta tal punto, que se reconstruirá una cocina propia de esa centuria. También se trasladará la almazara que hasta ahora se encontraba en el cementerio y se mejorará el estucado de la vivienda.

Para realizar estas actuaciones, la concejala de Cultura se propuso buscar "financiaciones alternativas" debido al mal estado de las arcas municipales, que ya van a costear por su cuenta la reforma de la cubierta, la primera actuación básica para poder abrir la finca a los visitantes.

Una ausencia notableÉ o dos

Para aprovechar que al fin Boca del Calvari da buenas noticias, ayer se desplazó hasta el lugar de la obra una nutrida comitiva municipal encabezada por el alcalde, Agustín Navarro, y su socia de gobierno, Gema Amor. Los concejales se pusieron el casco y comentaron entre las dificultades propias del ruido de la maquinaria la marcha de los trabajos. Eso sí, no acudió al acto el exedil de Urbanismo Juan Ángel Ferrer, gran valedor del proyecto pero ahora muy distanciado de Navarro. Fue la gran ausencia. Aunque quizás no la única. Amor, como ya se ha dicho, estuvo, pero no se dirigió a los periodistas. Una renuncia inédita.