Tras una charla entre adultos en la que él también quiere participar de forma activa -tranquilo, pero atento, sonriendo, afirmando y gesticulando-, Álvaro, un joven autista de 18 años, con una discapacidad del 80 por ciento que le impide incluso hablar, se sienta al piano y comienza a tocar una melodía bajo la mirada de profesores, familiares y de las cámaras de este diario. No se pone ni tan siquiera nervioso, todo lo contrario, cuando empieza a sonar la música, viéndose reflejado en el reluciente barniz de la madera del piano, comienza de inmediato a sonreír y es evidente que está contento.

Después de obsequiarnos con un par de canciones, él y el profesor, tocan juntos y Álvaro consigue no sólo imitar las secuencias de notas que su mentor toca primero, sino también tocar las que le dicta de viva voz: "Do, mi, sol", le dice el músico, "do, mi sol", toca el aprendiz. No memoriza las melodías, sino que ha aprendido a interpretar y leer las partituras: "Al principio le poníamos grafías, un sol para el sol, una flor para el la, pero ahora las lee", explica Román Rodríguez, músico y director del Centro Musical N3 de Altea, donde estudia Álvaro desde hace seis años. De hecho es su madre, Encarna, la que ha de anotarse ahora las notas junto al pentagrama para poder ayudar y seguir a su hijo cuando ensaya, algo que suele hacer unas dos horas al día. También ha aprendido a tolerar el error mientras aprende; "antes si se equivocaba tenía que volver a empezar desde el principio y ahora ya no", señala Encarna.

Cuando habla de cómo la música ha ayudado a su hijo no sólo destaca la evolución propiamente musical de Álvaro, lo que sin duda le beneficia porque "se siente orgulloso de sí mismo", sino que destaca también que el joven "está más tranquilo, más sentado y más dispuesto" además de que "ha mejorado mucho en cuanto a su coordinación al trabajar los ritmos; antes andaba como un robot y ahora ya no, aunque a veces va a saltitos", comenta la madre.

La musicoterapia ha conseguido ayudar a Álvaro y a su familia desde que tenía 6 ó 7 años, pero ahora el joven está incluso preparándose para presentarse a los exámenes de piano que realiza el Trinity College de Londres, a través de la escuela N3. Álvaro no sólo ha conseguido mejorar su autoestima y que sus compañeros de clase se sorprendan de su don y lo admiren, sino que ha encontrado en el piano un quehacer para la vida adulta. "Ahora tiene una rutina porque va a clase pero cuando acabe el instituto y él no pueda ponerse trabajar, tiene también que ocupar su tiempo", indica su madre.

Para llegar hasta este punto, ha habido mucho trabajo de la familia y de los profesores. "Dentro de una misma patología, cada individuo es distinto y requiere una terapéutica puntual y concreta", explica Rodríguez. En el caso de Álvaro, al principio se probaron diferentes actividades, "técnicas de voz, canto, danza, improvisación y diferentes instrumentos hasta que vimos que se sentía más cómodo con el piano, nuestro objetivo es que se pueda presentar a los próximos exámenes y es un reto apasionante".

Pioneros en terapia musical

El centro alteano cumple diez años este curso 2012-2013 y es el único de la Comunidad Valenciana que además de estar especializado en musicoterapia en el ámbito de la intervención, también forma a músicos, profesores, médicos, psicólogos o pedagogos que quieran introducirse en este campo, así como realiza estudios de investigación sobre estas terapias mediante el sonido y el ritmo, cuyos beneficios se conocen desde la antigua civilización egipcia, según explica Román Rodríguez. De hecho, "los primeros textos sobre el uso de la música como terapia datan del año 1.500 a. C., en unos papiros médicos egipcios", señala.

"Los estudios en musicoterapia desvelan, por ejemplo, como la música puede influir a nivel biológico y provocar cambios a nivel celular", pero más allá de estas investigaciones hay beneficios patentes y ya constados: "A nivel fisiológico, mejora el ritmo cardiaco y la saturación de oxígeno; a nivel emocional, la música es un medio muy potente para expresar emociones; a nivel físico, a través del movimiento, mejora la coordinación motriz y la lateralidad; a nivel somático, trabajar con un instrumento ayuda a generar nuevas neuronas; y a nivel colectivo la música tiene un poder muy grande para las relaciones sociales", según detalla el especialista.

Música para curar y para prevenir

"La musicoterapia puede ser aplicada no sólo para curar, sino también para prevenir", así como para "reforzar numerosas funciones", según destaca el especialista y director del Centro Musical N3, Román Rodríguez. La escuela alteana, además de trabajar con niños con diferentes patologías, (autismo, parálisis cerebral, discapacidades físicas o déficits de atención), realiza también actividades de musicoterapia en diferentes colegios de Altea, l'Alfàs del Pi y Calp, así como con asociaciones y colectivos de la Marina Baixa como Asmibe o Integra. Se trata de "utilizar la música para mejorar y mantener las funciones psicofisiológicas, afectivas, sociales y cognitivas", según destaca el experto quien quiso hacer hincapié en el poder de la música para mejorar el estado emocional y las relaciones sociales".