Anda el gobierno local de Benidorm, formado por el PSOE y CDL, empeñado en promocionar el turismo joven. Y, apagados los ecos de la última edición del Electrobeach, cuyo éxito no parece discutir nadie, el alcalde, el socialista Agustín Navarro, ha anunciado ahora que negociará con los propietarios de las discotecas de la famosa "milla de oro" para que inviertan en la mejora urbanística de la zona, que en la actualidad se encuentra en un pésimo estado, a cambio de permitir que estos negocios del ocio sigan funcionando "entre cinco y siete años más".

Ese entorno está afectado por los planes parciales Discotecas y secundariamente por el plan Armanello, cuyo desarrollo obligaría a desmantelar los citados establecimientos. Ahora bien, y en una buena prueba más de las dificultades por las que atraviesa el urbanismo en la ciudad, los proyectos citados se encuentran paralizados y no es probable que vayan a activarse a corto plazo. Así que aprovechando esta suerte de moratoria obligada, el primer edil considera que hay tiempo para que los empresarios realicen esas inversiones "y logren amortizarlas" toda vez que potenciarían una zona lúdica -que ha experimentado cierto declive en los últimos tiempos- y redundarían en la cuenta de beneficios de los negocios.

"De lo que se trata -declaró Navarro- es de realizarle un lavado de cara a la zona de las discotecas". Las actuaciones aún están por concretar, pero, según el alcalde, consistirían en la mejora de las aceras, limpieza del entorno, señalización de aparcamientos, instalación de jardinería o cobertura de los patios de las diferentes discotecas.

Por el momento, no hay una contestación oficial de los empresarios. Ahora bien, para lanzar su propuesta Navarro aprovechó una comparecencia pública convocada con el fin de realizar balance del Electrobeach en la que también se encontraba el presidente de Ociobal, Rafael Navarro, quien de hecho estaba codo con codo con el alcalde. El primer edil contextualizó la misma en la necesidad de que Benidorm continue asumiendo iniciativas para atraer a un turismo joven que considera rentable, muy rentable, para los intereses económicos de la ciudad, máxime en estos tiempos de dificultades que también afectan al sector turístico.

La "milla de oro" de ese turismo joven ha estado sin embargo en declive desde hace años por la incertidumbre urbanística que ha tenido congeladas las inversiones privadas y públicas en la zona. Hace ya dos décadas que las discotecas supieron que no iban a quedarse donde están. Al principio se reubicarían en esa misma zona, pero hace diez años se ratificó que simplemente desaparecerían, al reconvertirse el uso del suelo del sector, de terciario a residencial. En 2003 se dio ya el aviso de derribo y, año tras año, las discotecas han sobrevivido a los continuos anuncios de que era su último verano, eso sí, dejando cada vez peor cara a una zona que sigue atrayendo clientes.

La propuesta de Navarro reabre un debate que ya se ha puesto sobre la mesa este año. No hace tanto que CDL y después PP hablaron de replantear ese sector con el nuevo PGOU tras años de parálisis, y no por la crisis. Lo único cierto es que todas las partes parecen estar de acuerdo en que hay que hacer algo para devolver el brillo a la "milla de oro".

Una parálisis que se arrastra durante años

La conocida como "milla de oro" o zona de las discotecas de Benidorm, en la antigua N-332, está afectada por dos planes parciales que están completamente paralizados desde años y no parecen tener muchas perspectivas de futuro. Por un lado, el plan parcial 1-2 Discotecas, que contemplaba la construcción de varios bloques de viviendas y zonas para uso hotelero, lleva bloqueado desde que en 2002 se empezó a redactar el convenio con los propietarios de la zona para reconvertir el uso del suelo de terciario a residencial. Más de doscientos mil metros cuadrados que han estado pendientes de desarrollar desde que en 1993 se aprobó el plan parcial, en principio, para agrupar allí las macrodiscotecas y locales de ocio de Benidorm. Una década después se cambió su uso a residencial, hotelero y dotacional, y otra década después, a día de hoy, sigue sin haberse realizado nada.

Por otro lado, parte de las discotecas entraría dentro del sector APR-3, que ocupa una superficie de unos 65.000 metros hacia la finca del Señoret y cuya planificación debe coordinarse con el plan Armanello. Esta zona, de uso terciario, que proyectaba un corredor comercial y permitía también el uso residencial, se ha quedado recientemente huérfana tras el abandono de Ortiz del plan parcial, que le fue adjudicado en 2001. Después de once años con el sector bloqueado, el constructor alicantino renunció el pasado mes de mayo a su condición de agente urbanizador, lo que deja en el aire también el desarrollo de esa zona.