Ferrocarrils de la Generalitat prevé abrir esta semana la circulación ferroviaria entre las estaciones de Olla de Altea y Calpe, que había permanecido cortada en los últimos meses por las obras de mejora en el trazado de la Línea 9 (que van de Benidorm a Dénia).

El tránsito de trenes entre ambas paradas de la L-9 del TRAM Metropolitano de Alicante quedó cortado el pasado 28 de agosto debido al descarrilamiento de una unidad en la que viajaban 12 pasajeros, no resultando heridos ninguno de ellos en el accidente. Un día después, dieron comienzo los trabajos de consolidación de la infraestructura y la construcción de algunos viaductos para afianzar la vía, algo que según informó entonces FGV ya estaba planificado antes del incidente.

En todo caso, la suspensión del servicio ferroviario era imprescindible para desarrollar las obras con seguridad, unos trabajos que han durado las catorce semanas previstas (unos tres meses y medio).

La empresa, por otra parte, continuará trabajando en la zona en los próximos meses para rematar el proyecto, pero con el tráfico restablecido, y la duración total estimada para la ejecución de la obra completa es de seis meses (24 semanas).

FGV ha invertido 2,7 millones de euros en este proyecto, que servirá para garantizar el confort y la seguridad de los usuarios de la línea que une Benidorm y Dénia. La reapertura del tramo -que en los últimos meses ha quedado cubierto con un servicio gratuito de autobuses- supone, además, que los trenes recuperen el horario de paso anterior al comienzo de los trabajos expuestos en todas las estaciones y centros de Atención al Cliente.

El proyecto desarrollado prevé la consolidación de varios terraplenes, dañados en los últimos años por la lluvia, lo que había afectado a la estabilidad del terreno en el que reposaba la vía.

Durante los últimos tres meses, FGV ha construido las estructuras de tres viaductos en este tramo necesarios para consolidar el trazado de la vía. Se trata de tres estructuras de 146, 92 y 92 metros de largo formadas cada una de ellas por una losa de hormigón armado soportada por pilotes cilíndricos que se han ejecutado sobre el terreno perforando el terraplén y rellenando el espacio con hormigón armado. La profundidad de los pilotes varía entre los 16 y los 32 metros, y para construir losas y pilotes se han utilizado 732 toneladas de acero y 3.600 metros cúbicos de hormigón. Con todo ello, según la FGV, quedará garantizada la estabilidad de la estructura ferroviaria.

El pilote ha sido el tipo de cimentación necesario para este terreno, según explicaron desde la empresa, porque los terraplenes sufren continuas deformaciones y agrietamientos que se pueden evitar con dichas estructuras.

Una vez terminada la construcción de los viaductos, sólo se aprecia visualmente la losa que reposa sobre la coronación de los terraplenes, ya que los pilotes permanecen enterrados.

Los problemas estructurales en los terraplenes del tramo ferroviario entre Olla de Altea y Calpe afectaban a un tramo de vía férrea de una longitud aproximada de un kilómetro, situado dentro del término municipal de Altea, entre la autopista AP-7 y la carretera N-332.