Once y media de la mañana. Paseo de la Carretera, en pleno centro de Benidorm. Hasta hace unos días, caminar por esta vía podía asemejarse a transitar por una "pista americana". Furgonetas y camiones circulando o aparcados en cualquier rincón hasta bien pasado el mediodía eran la tónica habitual de una calle eminentemente peatonal y comercial. Pero ayer, el panorama era bien distinto. A las once de la mañana, la mayoría de vehículos ha desaparecido y, su lugar, lo han sustituido ahora numerosas carretillas que van cargadas de género de un lugar a otro o caminantes que ya no tienen que sortear vehículos, porque la calle es suya. ¿La causa? Un endurecimiento en la normativa de circulación por el casco antiguo implantado por el Ayuntamiento y que, como publicó ayer este diario, por un lado, prohíbe el acceso a la zona de camiones de más de 3,5 toneladas y, por otro, limita el horario de carga y descarga entre las siete y las diez y media de la mañana.

La aplicación de la medida, que ha arrancado durante esta semana, ha sido mayoritariamente bien recibida por comerciantes y vecinos del centro. "Nos parece muy bien, porque ya está bien de tanto camión", indicaba ayer, con prisas, una vecina que se dirigía al Mercado; "Antes aparcaban las furgonetas en la puerta de la tienda para repartir género a otros locales y tapaban todo nuestro escaparate", explicó Marta Marchioni, la propietaria de una tienda de trajes de fiesta situada en lo que se había convertido, casi por norma, en el "parking" de los distribuidores del casco antiguo. Y, como ellas dos, otras fuentes consultadas coincidieron en aplaudir la medida, como por ejemplo el propietario de una marisquería, José Luis Córdoba, que indicó que los clientes de su terraza han ganado tranquilidad, mientras apenas han tenido que modificar las rutinas del establecimiento: "Aquí abrimos temprano, a las 8.30, así que nos viene bien que nos traigan pronto el género, para tenerlo todo arreglado cuando empiezan a llegar los clientes".

Sin embargo, no tan claro lo ven los distribuidores que han de acudir a otros establecimientos menos madrugadores que esta marisquería. "Mis clientes empiezan a abrir los bares, como muy temprano, a las once de la mañana y a esa hora ya no se puede entrar. Hay que ir con la carretilla y hacer cada vez un viaje, así que lo que antes se hacía en media hora, ahora nos cuesta más de hora y media". Son las palabras de Manu, trabajador de una empresa que se dedica a la recogida de aceite usado en bares y restaurantes. Empuja una carretilla con un enorme bidón lleno de aceite y, según indica, él no lleva "cajas que se puedan apilar una encima de la otra, así que tengo que hacer un viaje cada vez. Si encuentro sitio para aparcar cerca, se tarda menos; pero cuando sólo hay sitio en Ruzafa, ir y venir desde allí hasta el casco antiguo es una locura", añade, sobre todo porque, cuando trabaja por el centro, visita hasta 36 establecimientos distintos repartidos por esta zona. Lo mismo opina un repartidor de barriles de cerveza o camareros de algunos bares de la zona, que ahora tienen que ir antes para recibir el género y luego tienen "un par de horas muertas" hasta que abren al público.

Por eso, estos últimos reclaman que el Consistorio se replantee la posibilidad de flexibilizar el horario para facilitarles su actividad, "aunque sólo sea un día a la semana", como mantiene Manu. Junto a esto, los dos bandos sí coinciden en una cosa: que si se aplica la medida, sea duradera se controle de verdad y que, además sea "para todos igual".