Durante la campaña electoral, los candidatos de las principales fuerzas políticas admitieron que el empresariado de Benidorm había aprobado sus exámenes con mucha mejor nota que el Ayuntamiento: que mientras las plantas hoteleras se habían renovado para seguir sobreviviendo en esa selva que son los destinos turísticos, la escena urbana continuaba degradándose a marchas forzadas y que era pues tiempo de acometer grandes obras, con la renovación de las principales arterias como primer objetivo. "Así que no quiero imaginarme lo que puede ser un gobierno en minoría al que la oposición esté rechazando continuamente propuestas para dotar de más infraestructuras a la ciudad. La vida municipal quedaría paralizada y eso es un lujo que ahora, cuando parece que el sector se recupera, no nos podemos permitir", afirma un empresario.

Moraleja: las fuerzas vivas de la economía y de la sociedad de Benidorm anhelan un ejecutivo municipal fuerte y estable. Y sobre todo no desean regresar a coyunturas demasiado recientes en la memoria: por ejemplo, a la acaecida en mayo de 2009, cuando el edil José Bañuls abandonó el PP y el gabinete del entonces alcalde y hoy candidato popular, Manuel Pérez Fenoll, se quedó en minoría. "Nadie quiere volver a esa situación de desgobierno".

Por desgracia, al menos para el empresariado, ese es un escenario al que podría verse abocada de nuevo la población después de los resultados de la aritmética electoral que dejaron al Consistorio sin ninguna mayoría absoluta, con un empate técnico a once concejales entre PSOE (que por 189 votos fue la lista más votada) y PP, y con la fuerza de Gema Amor, con 3 ediles, como depositaria de la llave de gobierno. Para lograr la mayoría estable que desean los empresariados, Amor debería pactar o con el PSOE (difícil dado el talante conservador de su partido) o con el PP (complejo porque Amor no quiere de alcalde a Fenoll).

"Estamos ante el peor escenario posible" dice el sector turístico, que reclama al futuro gobierno no sólo reformas urbanas. También que meta mano a los formidables números rojos que arrastra el Consistorio, que mantiene deudas millonarias con las concesionarias de los diversos servicios municipales. "Y eso no lo puede hacer un alcaldable débil siempre acechado por sus enemigos políticos o sometido al riesgo de una moción de censura".

En Benidorm se producen situaciones curiosas. Ayer mismo, la Fundació Turisme anunció que la ciudad acudirá a una feria para promocionar el turismo de congresos. Pues bien, a parte de los hoteles, el único escenario que podría albergar este tipo de oferta es el Centre Cultural, que debería haber construido la Generalitat y que llevaÉ casi dos años paralizado. "Eso es precisamente lo que no nos podemos permitir: necesitamos un Ayuntamiento que gestione infraestructuras para que todos juntos podamos definir el modelo turístico que deseamos", explica otro empresario, quien añade: "Y que sea capaz de exigir las inversiones que necesitamos de otras administraciones". Y es que con la capital turística no se han portado demasiado bien ni el Gobierno Central (la prolongación del Paseo de Poniente hasta la Cala sigue inacabada), ni el Consell, que para el empresariado continua ninguneando al principal destino de la Comunidad Valenciana sobre todo en lo que a inversiones turísticas se refiere. En este sentido, el empresariado anhelaría, más allá de mayorías o minorías, o que aquí gobierne el mismo partido que en Madrid y Valencia o un gran pacto institucional para reclamar infraestructuras vitales como el AVE. Eso sí, este último deseo parece una utopía en una ciudad fracturada por tanta crisis política.