Un asesinato, siete detenciones y tres alcaldes son mucho, demasiado en un periodo de tiempo de sólo cuatro años. Pero si todo esto se circunscribe a un municipio de poco más de 4.000 habitantes, de los cuales casi la mitad son extranjeros, y el resto, en muchos casos, tiene lazos familiares, genera un escenario más acorde a un guión de Shakespeare que a la vida de un pequeño y tranquilo municipio de la Marina Baixa: Polop de la Marina. El pueblo antes conocido por su plaza de los Chorros o el histórico cementerio que inspiró, entre otros, al escritor Gabriel Miró, saltó a la portada de periódicos y telediarios al inicio de la legislatura que ahora está a punto de terminar por el crimen de su alcalde, Alejandro Ponsoda, apenas cinco meses después de revalidar su cuarta mayoría absoluta consecutiva con el Partido Popular. Tras este trágico suceso, al que le siguió la posterior detención del nuevo alcalde y la revelación de datos más que comprometedores sobre la actuación o la vida privada de sus munícipes, ya nada ha sido igual en Polop. Por eso, ahora todos, políticos pero sobre todo vecinos, desean más que en ninguna otra localidad que las elecciones del 22-M les permitan, por fin, pasar página.

Esta otra historia de Polop, desafortunadamente la más negra, arranca el 20 de octubre del año 2007. Ponsoda regresaba a su domicilio tras participar en una charla organizada por el Ayuntamiento cuando a las puertas de su casa, ubicada en la pedanía de Xirles, recibió varios disparos por parte de unos desconocidos, que una semana después acabaron costándole la vida. Quien fuera calificado por sus vecinos como un hombre "pacífico, conciliador y buena persona", fue sustituido al frente del Ayuntamiento por Juan Cano, quien ya había estado apartado del Consistorio entre 2003 y 2007 por sus malas relaciones con el hasta entonces primer edil, pero que en las últimas elecciones había sido repescado en la lista pese a contar en el pueblo con más de un opositor.

Durante dos años, Polop intentó recuperar la calma. Una calma tensa, porque en todo ese tiempo nada se supo sobre quién o quiénes segaron la vida del munícipe pese a contar con una unidad de la UCO, la misma que resolvió el asesinato del también alcalde de Fago, dedicada de pleno a la investigación. Y entonces, cuando pocos esperaban resultados, los cimientos de Polop volvieron a removerse el 5 de noviembre de 2009. Ese día, la Guardia Civil detiene en Albatera a un huido de la justicia por traficar con drogas y con armas. Tras él vinieron otros cinco sospechosos: un empresario de Polop, dos sicarios checos y dos gerentes de un club de alterne, todos ellos imputados por su participación, de un modo u otro, en el asesinato de Ponsoda. Y, por último, llegó el terremoto final: el alcalde Juan Cano fue apresado la madrugada del 25 de noviembre por los agentes de la UCO e imputado como presunto autor intelectual del asesinato de su antecesor. En el trasfondo, según los investigadores, una presunta trama urbanística en la que éste tendría intereses y a la que se opondría Ponsoda, y que comenzó a investigarse en paralelo a la causa por el asesinato.

En diciembre de 2009, tras entrar en prisión Cano fue relevado en el Ayuntamiento por la actual alcaldesa, María Dolores Zaragoza, en cuyo periodo se inicia una auditoría para analizar la gestión de su antecesor y que, en la recta final hacia las municipales del próximo 22, quedó fuera de la lista del PP tras ser vetada por el presidente provincial José Joaquín Ripoll, quien, por cierto, tuvo muy buenas relaciones con Cano y su hombre de confianza, el también edil Ximo Montiel, al menos hasta el arresto del primero.

Ahora, cuatro partidos aspiran a regenerar la vida municipal en Polop, a cerrar una historia que pocos en el pueblo querrían haber escrito: el PP, con una lista renovada al cien por cien que lidera Antonio Pastor; los independientes Gent de Polop y Alternativa. Independents per Polop, el primero ya veterano y que renueva candidato con Encarna Cabañez y el segundo nuevo y con Francisco Fuster como cabeza de lista; y el PSOE, con Gabriel Fernández, el único que ya se presentó en 2007 y ahora repite como alcaldable. Con un censo electoral de 2.700 votantes, todos aspiran a alcanzar los seis ediles que otorgarían la mayoría absoluta y, para ello, serían necesarios unos 1.000 votos. Las cartas están echadas.