Cuenta la historia que La Vila Joiosa, ubicada sobre una "lengua de mar", fue durante años un pueblo sometido a constantes ataques llegados del Mediterráneo que mantenían a sus habitantes, cristianos viejos, en un estado de permanente alerta. Corría el mes de julio de 1538 cuando el servicio de espionaje de la Corona de España advertía al gobernador de la plaza que una flota merodeaba por la zona tras haber arrasado los días previos las islas pitiusas. De mayo a septiembre se abría para los argelinos la temporada de las razias, avivados por los vientos favorables que les impulsaban a las costas españolas.

En tierra, los pescadores y agricultores de La Vila libraban al tiempo sus propias peleas contra las compañías estraperlistas que ejercían el contrabando en sus posesiones.

Cada año, desde hace más de dos siglos, La Vila rememora el 27 de julio aquellas contiendas como prolegómeno de "el Desembarco", acto declarado de Interés Turístico Internacional, que arrancaba a las cuatro y media de la madrugada de hoy.

El ejército cristiano aguardaba en la playa de la villa para cercar los facinerosos piratas que intentaban poner a salvo los bienes incautados en sus saqueos. El efecto "roda" dejó un hecho curioso en este acto en el que el rey Cristiano 2010 fue "atacado" antes de la gran batalla por sus compañeros de comparsa, los Piratas Corsarios.

La embajada contrabandista

Ayer, pasadas las seis de la tarde, las campanas de la iglesia advertían de la presencia, en el azul horizonte, de lúgubres naves piratas. Los "Marinos" y "Pescadors" que se encontraban faenando salieron a su encuentro para impedirles llegar a la costa. En el castillo, el Gobernador de la ciudad, junto al Rey Cristiano, su reina y los caballeros, esperaban cautos el desenlace del encuentro. El efecto "roda" dejaba el hecho curioso de que en el acto, el Rey Cristiano 2010, fuera "retado", antes de la gran batalla, por sus propios compañeros de comparsa: los "Piratas Corsarios".

A su encuentro llegó parte del ejército cruzado. La gente del mar escoltó a los villanos hasta las puertas de la fortaleza, avanzando al sonido de los disparos de trabucos que amedrentaban a los centenares de habitantes que allí se apostaban.

"Alto, quién viene", espetó el gobernador de la plaza. "La gente de los campos de Andalucía, los que no temen a la muerte porque desprecian la vida", respondió el embajador contrabandista, quien pronto ofreció "su bravura" para combatir la amenaza mahometana. "Lo desprecio, escoria de la nación, que vais sembrando el luto, villanos, hipócritas, ladrones", respondió el gobernador, desmereciendo la ayuda con insultos e injurias.

Pero los andaluces no vacilaron: "Venimos a defender nuestra patria" como "gente brava y heroica que encontró la perla de los mares en la gentil Villajoyosa". Los de la villa, sin embargo, rechazaron de nuevo el ofrecimiento. "¡A traición creáis alarmas!", gritó desde lo alto de la torre la mano derecha del Rey Cristiano. Pero las informaciones de los piratas hacen vacilar su censura. "Hemos visto azules banderas moras" tomando posiciones en "el Xarco" y en "El Paraíso", insistió el capitán corsario.

Las dudas entonces quedaron despejadas. "Abandonemos la lucha fraticida para marchar unidos en defensa de la Patria, leones de Andalucía", concluyó el gobernador, presto a poner la salvaguardia a quienes desde los primeros rayos de sol combaten hoy, cuerpo a cuerpo en la playa, librando, con ayuda de Santa Marta, a La Vila Joiosa de los infieles.