Hace poco menos de una semana una voluntaria de la protectora de animales de La Nucía encontraba siete cachorros caninos recién nacidos dentro de un contenedor, metidos dentro de una bolsa de basura. Días antes, aparecía en el albergue de l'Alfàs del Pi una pareja que, tras comprar una casa, halló dentro de la misma seis perros dejados a su suerte. En Benidorm el trasiego es constante. Junto a la protectora de La Nucía, que la iguala en número, se encarga de dar cobijo a más de 250 perros adultos que han sido recogidos vagando por las carreteras de este municipio, Finestrat o La Vila. El número de gatos que también protegen es casi idéntico. En total, junto al albergue alfasino, son más de 1.000 los perros y gatos de todas las razas y edades los que esperan un dueño que les quiera a su lado de por vida.

Sin embargo, las perspectivas no son buenas. "Si antes utilizaban como excusa que les daban alergia, ahora dicen que no pueden mantenerlos por la crisis", comentó Vicenta Sánchez, presidenta de la Protectora de Animales y Plantas de Benidorm. Por ello, "si antes entraban más animales en la temporada estival, ahora es constante, hasta el punto de que llegan a entrar algunas semanas hasta diez perros diarios", añadió Belén Núñez, su homóloga en La Nucía.

Pese a la costumbre, además, ninguna llega a comprender esta práctica, usual por otra parte en nuestro país, y que apenas se da en los países del norte de Europa. De hecho, ni siquiera la adopción de estos animales está difundida entre la población, o al menos así ocurre en la Marina Alta. Ejemplo de ello es el porcentaje de perros y gatos que son adoptados de la protectora de La Nucía. Un 80% tienen como destino Holanda, al igual que el porcentaje de voluntarios originarios de países europeos. "Aquí nadie cobra, y aun así tenemos mucha suerte porque hay muchas personas que vienen a ayudar, a pasear a los animales, y a colaborar en la búsqueda de posibles dueños, sobre todo entre los residentes holandeses", explicó la encargada de La Nucía, quien añadió que envían a este país a decenas de perros y gatos cada año. "Ya son centenares, tenemos sus fotos colgadas por todas las paredes de la oficina, y los últimos en la web (www.protectoraanimaleslanucia.com), donde les podemos ver felices con sus nuevas familias. Entre todas ellas figura Dixie, una de las perras enviadas a Holanda que se hizo famosa en su nuevo país. "Al poco tiempo de adoptarla, mientras la familia pasaba un día de campo junto a un lago, el hijo se les despistó y la perra le salvó", recuerda Belén, mientras acaricia otra, enferma, a la que no le dan mucho tiempo de vida.

Y es que las condiciones en las que llegan estos animales son a veces deplorables. Aun así, el último recurso es el sacrificio. Gracias a la colaboración e implicación de un buen número de veterinarios de la comarca les medican y curan esperando su recuperación. Algunos no lo consiguen.

Aquellos que salen adelante tienen dos opciones: pasar el resto de su vida en estos refugios (cuyas condiciones son desiguales), ser adoptados, o ser apadrinados, en cuyo caso sus padrinos pueden, aparte de sufragar su manutención,acudir a verles y pasearles junto a los voluntarios que van cada semana, al menos en el caso de La Nucía.

Quienes se llevaron a alguno de estos animales (que en el caso de las hembras lo hacen tras haber sido esterilizadas) nunca se arrepiente. "Son infinitamente agradecidos y lo que recibes es muchísimo más de lo que les das, mucho más de lo que puede imaginar quien nunca ha tenido un animal en casa", afirmó Maria José, dueña de un perro de aguas encontrado en una cuneta. Alejandro y Lenka, una pareja de La Nucía, iniciaron la aventura hace una semana. "Vivíamos en una casa donde no nos permitían animales, pero ahora que nos hemos mudado hemos venido a por una", explicaban tras rebautizar una Pastora Alemán en el centro nuciero. Tras su marcha, sólo quedan allí 266 perros, 40 cachorros.