Más de cincuenta mil personas de toda la Marina Baixa y la provincia invadieron literalmente la playa de la Olla de Altea el sábado por la noche para presenciar uno de los espectáculos piro-musicales más emblemáticos de la Comunidad Valenciana, el Castell de l'Olla, que ha celebrado su vigésimo segunda edición, gracias a la Cofradía de San Llorenç, presidida por José Navarro "Barranquí".

Un total de dos mil kilos de pólvora inundaron de luz y color el cielo de la bahía al son de la batuta del compositor Andrés Valero-Castells, encargado de guiar los compases de la Primitiva de Llíria y el grupo de percusión Kontakte.

Una "noche mágica" para "disfrutar de tres cosas elementales para los alicantinos: el mar, la pólvora y la música", según la describieron el alcalde de Altea, Andrés Ripoll, y el Casteller de Honor de 2008, Armando Sala, vicepresidente de la CAM, que fue el encargado de recoger el reconocimiento que este año se ha concedido a la entidad, por ser una de las que "más activamente ha impulsado y apoyado el Castell", según destacó el diputado de Turismo, Sebastián Fernández.

Miles de personas, coches y barcos abarrotaron, como de costumbre, el entorno de Villa Gadea para presenciar 24 minutos ininterrumpidos de fuegos, que culminaron con una gran cascada que cubrió de forma espectacular toda la bahía, a cargo del pirotécnico Miguel Zamorano Caballer. Tampoco quisieron perderse el evento otras autoridades como la subdelegada del Gobierno, Encarna Llinares o el conseller Rafael Blasco.

En esta edición se ha pedido un estudio a la UMH para contabilizar al público, que crece año tras año.