La pandemia de la Covid 19 nos está mostrando una serie de despropósitos y enseñanzas que no debemos dejar en el olvido. En todo este asunto hay un aspecto, aunque frívolo, muy preocupante; se trata de la carencia de conocimiento relativo a las competencias del Gobierno del Estado y de los gobiernos de las diferentes autonomías; la gestión del personal y de la actividad sanitaria, el control, vigilancia y gestión de las residencias corresponde a las autonomías, aunque tienen delegada en la empresa privada la gestión del 90% de los centros de ancianos. El mando único que ejerce el Gobierno de la Nación está relacionado con el confinamiento, la desescalada y asignación de fases, normas a cumplir, la financiación, compra de material y poco más que es mucho.

Resulta alarmante que el 20% de los contagiados sean sanitarios por las condiciones de trabajo a que se han visto sometidos, la saturación, la escasez de infraestructuras, la falta de material de protección adecuado y, porque no, la deficiente información/formación/experiencia ante un hecho nuevo y desconocido. Incluso, aunque la mayoría de las comunidades autónomas han necesitado contratar más personal y han tenido serios problemas para adquirir el material sanitario necesario y adecuado; en el caso de la Comunidad de Madrid el 21 de mayo la prensa nacional se ha hecho eco del cierre durante la pandemia de los servicios de urgencia de los centros de salud ordenada por la presidenta Ayuso en lugar de contratar más sanitarios. Esta semana, tras conceder el pase a la fase 1 a Barcelona y a Madrid, ambas comunidades han comunicado un aumento considerable de los contagios y de los fallecidos; esto no es un juego de niños, en manos de quién estamos.

En este recuento, cabe calificar de terrorífico que de cada 3 muertos por la pandemia 2 sean ancianos alojados en residencias de la Tercera Edad, no podemos borrar de la memoria la muerte de esos 19.000 ancianos. Igualmente, en este mes los medios de comunicación publican las órdenes tramitadas por los gobiernos de las autonomías de Madrid y de Castilla León prohibiendo el traslado de los ancianos a los hospitales y que fueran tratados en las propias residencias. ¿Cuántos ancianos han sido condenados a morir por no permitirles, unos políticos carentes de escrúpulos, recibir el tratamiento adecuado en el hospital?

Se confirma que el 76% del pico de la pandemia en España tiene su origen en los desplazamientos que tienen por origen o destino Madrid, según un estudio del IFISC, Universidad de Baleares y Kido Dynamics de Lausana; siendo esto así, ¿cómo hay tanto irresponsable que sin ningún pudor cambian de residencia los fines de semana? Sin hablar de los descerebrados con banderitas que salen a manifestarse sin tener en cuenta el contagio que pueden propagar y que el personal sanitario actualmente está cansado y en algunos casos con problemas psicológicos por la situación vivida, los enfermos que -a falta de familiares- han acompañado en sus últimos momentos y los muchos cadáveres que han tenido que meter en bolsas para que cuando fuera posible proceder a su incineración. Todos los que participáis en esas demostraciones antidemocráticas de fuerza no tenéis vergüenza por la patrimonialización que hacéis de una bandera que es de todos y por el poco respeto que mostráis con el resto de ciudadanos que si que cumplimos con el confinamiento y sus normas.

Los sanitarios estamos pidiendo solamente: ganar tiempo, hacer que los contagios que precisan hospitalización sean asumibles por el sistema sanitario y que éste no se colapse. Hasta que se logre un tratamiento eficaz y una vacuna efectiva, todos somos huéspedes y susceptibles de ser infectados. Si continúan los energúmenos "paseándose" irresponsablemente con sus consignas anti-confinamiento las posibilidades de un nuevo rebrote aumentan exponencialmente.