P Con este libro, ¿cuál es el verdadero valor de la familia que ha aprendido?

R Al final de todo el proceso de elaboración, escritura y presentación el germen es la convivencia en la familia y el conocimiento de las personas que lo forman, es fundamental porque una sociedad civilizada como la nuestra no se entiende sin la familia como la célula primaria desde donde emergen las demás instituciones, y en esta, a pesar de lo numerosa que es el sentimiento de pertenencia es motivo de orgullo.

P ¿Podría decirse que es un homenaje a sus orígenes?

R Indudablemente para quiénes derivan de una rama de mi familia, pero al mismo tiempo entronco la vida y las vivencias de estas personas en una etapas de Santa Pola de casi un siglo en lo que es el ambiente y costumbres. Este libro tiene la continuidad de algo que comenzó en 1993 cuando nos congregamos más de 150 descendientes de la familia en una comida familiar en el Varadero, está la foto de entonces y el árbol genealógico que se proyectará en la presentación. Calculo que pueden haber cerca de 400 personas derivadas de esta familia, y el 80% sigue anclado en sus raíces.

P Digamos que cuenta el nexo que hay entre las siete generaciones de los conocidos como Pixantentos...

R Empiezo el relato con los tatarabuelos (Bonmatí-Agulló) que nacieron en torno a 1830, y hasta el final del siglo XX y principios del XXI. Lo anecdótico o diferencial es que, por contra de lo que era normal en la mayoría de las familias de Santa Pola que se dedicaban a trabajar en el mar, estas personas que venían del campo de Elche constituyen el núcleo de trabajadores de la tierra en Santa Pola y por eso se subtitula «unos labradores en la orilla del mar».

P ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

R A través de cartas que conservaba la familia. Entre hermanos, padres e hijos en muchos casos había simples conversaciones o cuando cumplían el servicio militar y en la guerra hacían comentarios sobre las tierras y las horas de trabajo, además de la suerte de que uno de los nietos de mi tatarabuelo sigue en vida, que es Vicente Bonmatí, dueño del camping Bahía de Santa Pola, ya que hasta que decidió instalar este negocio en una finca fue toda la vida labrador y aguador, con lo cual me ha transmitido sus vivencias.

P ¿Qué aportó esta familia a la agricultura santapolera?

R Es importante saber que es una zona de secano y las plantaciones requieren de mucha imaginación y posibilidad de recoger agua, por ello fueron grandes constructores de aljibes y pozos como los aljibes del «Massapá», y se estrujaron bastante la cabeza para aprovechar los recursos hídricos que habían y combinar plantaciones. Además, la zona agraria en Santa Pola está en el extrarradio y tenían que desplazarse allí, y eran casi dos horas de camino porque vivían en la calle San Antonio y no ocurría como en el Camp d'Elx que tienen la casa y el área de cultivo en el mismo entorno.

P El relato abarca, además, cómo una parte del núcleo familiar se separa para hacer las américas y emprender...

R Mi bisabuelo, uno de los cuatro hijos de los fundadores, decidió probar fortuna en Sudamérica viendo que aquí no tenía salida a sus ambiciones de progreso. Él era de la Marina comercial valenciana, llegó a València y en 1910, sin mediar más que una carta a su mujer, emprendió viaje a Argentina. Casado y con una hija, mi abuela, ve oportunidades allí y autoriza a su mujer por carta para que se fuese con él. Se establecen en Ushuaia, donde la proporción de mujeres era de una de cinco. Además era entonces un pueblo que se distinguía por tener el mayor penal del país y había una afluencia importante de funcionarios, por lo que era el lugar de abastecimiento último antes de cruzar el canal de Beagle. Allí, por tanto, establecieron una especie de mini centro comercial con cine, teatro, comida, pensión y bar. Estuvieron fuera unos siete años, él murió y ella reemprendió su vida con sus tres hijos.

P Paralelamente a estas vivencias Santa Pola atravesaba momentos de carencias...

R Por ejemplo se abordan circunstancias ligadas a cómo se hacía el contrabando a finales del siglo XVIII en la zona debajo del Cabo cuando el camino que unía Santa Pola con Alicante venia por la costa. Desembarcaban café, tabaco, azúcares...eso es lo que da pie y lugar para que se vigile más esa cuestión y a finales del siglo XX se construyera el antiguo cuartel de carabineros.

P También describe la comunicación durante la Guerra Civil y cómo se reclutaron a menores de «la quinta del biberón». ¿Los efectos del conflicto salpicaron en alguna esfera local a nivel mediático?

R Por ejemplo una referencia colateral a la familia es la historia de Manolo Maciá, el futbolista más afamado de Santa Pola, que cuenta sus peripecias de cómo estando en las filas republicanas tuvo que pasar a Francia tras ser vencidos, y cuando se normaliza la situación después de la guerra, el entonces presidente del Hércules, donde él era jugador, lo reclama para que pudiese venir pero al pasar la frontera lo detienen y lo llevan al campo de concentración de Irún. Estuvo detenido y a través del presidente del club, René Martín, logró volver. Llegó y le dijeron que iba a la cárcel y que solo jugaría los partidos que el equipo jugase en casa.