Más rápido que de costumbre Crevillent cerró ayer todos los actos en honor a San Francisco de Asís, ya que los festeros despidieron la trilogía con la Embajada al Rey Jaime I y también ofrendaron y procesionaron con el patrón minutos después, teniendo en cuenta que sólo ayer estaba declarado como festivo en la localidad y tuvieron que aglutinar los actos de dos días. Por ello, la jornada festiva fue de las más intensas que se recuerdan donde crevillentinos y visitantes revivieron cómo ambos bandos sellan la paz después de horas de retrueno de arcabuces, todo antes de la solemne procesión en honor a patrón que puso el broche de oro a las celebraciones. Un festero de cada comparsa portó la imagen de San Francisco de Asís desde la Parroquia de la Santísima Trinidad a Nuestra Señora de Belén con una emoción contenida a lo largo de un gran cortejo de centenares de comparsistas masculinos, autoridades eclesiásticas, cargos festeros, miembros de la asociación y de la corporación alumbrados por cirios.

A primera hora el Alardo despertó a los vecinos. 42 festeros vestidos de diana dejaron un nebuloso rastro de pólvora desde el Calvario hasta la plaza de la Constitución, aunque el alto precio de los explosivos y el gran número de trámites necesarios o los horarios limitados impuestos por el Estado para recoger la pólvora, según la asociación festera, frenaron la participación de más de diez festeros y sólo se dispararon 51kilos. Minutos después de los estrepitosos estruendos del Alardo, en la plaza de la Constitución aguardaba la imagen de San Francisco de Asís mientras mujeres y niños festeros ofrendaron al patrón con flores de todos los tipos y saludaron a los cargos que esperaban en la plaza. Después los comparsistas acudieron a Nuestra Señora de Belén para la misa festera, la primera de esta guisa que ofició el nuevo párroco, Joaquín Lucas.

Ya por la tarde y en la misma céntrica plaza se reanudó la segunda representación histórica de la Embajada al Rey Jaime I, escrita por Salvador Doménech en 1976 que recreó la liberación del Ra'is, en la piel de Salvador Pérez, a cambio de vasallaje de las huestes moras al rey de Aragón.

Final dichoso

La historia fue narrada en valenciano, como manda la tradición, y la plaza viajó ocho siglos en el tiempo para recrear el campamento de Jaime I El Conquistador que, según la documentación, pudo ubicarse en Orihuela. Allí se desplazaron las tropas moras encabezadas por el embajador para negociar la liberación del que fuera alcalde en la época después de ser raptado por los cristianos al final de la primera representación el pasado viernes cuando el bando de la media luna negó el vasallaje a Alfonso X de Castilla. Los embajadores moro y aragonés ( José Manuel Alfonso y Jaime Antón) volvieron a parlamentar. El primero ofreció al Rey Jaime I (Fernando García) varios presentes para conseguir la libertad del Ra'is. Para agilizar la negociación, una escuadra femenina de Omeyas, que ostentan la capitanía, tomaron la plaza y la llenaron de colores y danzas ofreciendo víveres y otros regalos como alfombras para mostrar respeto al rey, que terminó elevando la frase culmen «aiçina es faça tot, es nostra voluntat», en referencia a la intención final de mediar del rey aragonés. Tras la intensa negociación, donde imperó diálogo y concordia, moros y cristianos llegaron a un acuerdo y restablecieron el tratado de paz de 1265, a diferencia de lo que ocurre en las embajadas de otros municipios donde no se representa este final dichoso en el que el Ra'is y el embajador moro se funden en un intenso abrazo.