El asfalto en el centro de Crevillent se convirtió ayer en una gran alfombra blanca que presagiaba la llegada del Capitán cristiano y la Rosa de Bronce, los dos grandes cargos festeros de la comparsa Almogávares, que protagonizaron un boato repleto de ballets, marionetas gigantes e incluso cantos líricos mientras los protagonistas avanzaban entre la multitud custodiados por escudos para recibir a un pueblo entregado.

Cerca de 3.000 comparsistas del bando de la cruz, músicos y bailarines tomaron las calles después de que lo hiciera el bando moro el sábado con su Entrada. Al principio del desfile los Almogávares, ostentando la Capitanía, repartieron 10.000 dípticos para invitar a todos a esta celebración y para anunciar la llegada de la corte del reino. Los Astures iniciaron el recorrido desde la calle San Tomás hasta la plaza de la Constitución, donde le seguían las infinitas filàs de Maseros, Caballeros del Cid, Castellanos y Dragones. El boato lo inició una carroza que descargó miles de kilos de confeti blanco para ensalzar la tropa de festeros que llegaría después con 400 filàs y el mismo número de músicos de siete bandas que ambientaron la noche.

A nivel visual, los crevillentinos rememoraron la estampa primaveral con infinidad de arcos de flores que se movían de la forma más alegante, gracias a los bailarines y bailarinas de la compañía local de Amparo Puig , que iban al son de la dolçaina y el tabalet. Entraba entonces portado a caballo el banderín de la comparsa y detrás se avistaba la carroza infantil con caballitos de juguete, un elemento que se inauguró en los primeros desfiles de los Almogávares. Para enriquecer la travesía hasta alcanzar la Capitanía, además del acervo cultural crevillentino también se emplearon toques de otros rincones.Se representó en pequeña escala la tradicional fiesta de los Caballos de Menorca por la que unas marionetas articuladas con forma de corcel relinchaban e interactuaban con el público.

Después de una filà especial con festeros de la comparsa y cargos de otros años, el acento italiano también invadió las calles. Por primera vez veinte abanderados de la región de Arezzo ondearon y lanzaron estandartes en Crevillent para enriquecer el imaginario del salón del reino, así como el grupo de arqueras de la comparsa que salieron al compás del pasodoble Ragón Falez y el cabo batidor además de un grupo de niñas entre 10 y14 años y las Rosas de Bronce de los últimos seis años encima de la carroza. La crevillentina Mónica García coordinaba a más bailarines que se enfundaron un traje de hadas de la noche que irradiaban luz para preparar uno de los momentos más impactantes cuando las tres soprano del grupo UnBelDí interpretaron acompañadas de instrumentos antiguos la pieza musical «Hoy comamos y bebamos» de Juan Alsina adaptada a la letra de los Almogávares.

El coro infantil de Nuestra Señora del Carmen también encandiló a todos los asistentes con sus voces blancas que dieron paso a una exhibición de bufones, camareras, vidrieras y bailarinas del ballet de Ana Botella de Alcoy, que vestidas de las reinas de la cristiandad dieron paso a varios caballos con las banderas de los diez capitanes, ya que Almogávares es la única comparsa que ha ostentado la capitanía tantas veces. Llegaba por fin Cayetano, Maria e Inés, tres hermanos que derrocharon ilusión encima de una carroza de diez metros repleta de escudos de su familia, Belso Candela, que tal y como habían ansiado pudieron representar el papel de Capitán, Rosa de Bronce y abanderada.