Carisma, voluntad y mucho sentido del humor. Esas son tres de las cualidades que definen a Pepa Mas Galindo, una de las crevillentinas más longevas del municipio alfombrero que este fin de semana ha soplado las velas para conmemorar que hace cien años llegó al mundo. Lo que no se esperaba es que estaría arropada por sus tres hijos, cinco nietos y seis biznietos, además de vecinos de la localidad, en una particular fiesta en la que todos los asistentes recordaron el paso del tiempo y, sobre todo, homenajearon la trayectoria de la crevillentina, que desde hace décadas ha estado muy ligada a las tradiciones locales.

En su ADN están las celebraciones de Moros y Cristianos, ya que su marido, Jerónimo Macià, fue el fundador de la asociación festera y ella desde siempre ha participado activamente en la comparsa de Beduinos, donde hay arraigo familiar ya que, por ejemplo, uno de sus tres hijos, Francisco Macià Mas, fue capitán moro en 2011. De igual modo, la Semana Santa también es una de sus grandes pasiones ya que pertenece a la Cofradía de la Oración en el Huerto. Pepa es conocida en Crevillent al igual que una de sus hermanas como «Galinda», ya que la fuerza de la mujer en su familia ha sido tan grande que su apodo parte del segundo apellido.

En cuanto al homenaje, la celebración comenzó el sábado por la tarde con una misa de acción de gracias en su honor en la iglesia Nuestra Señora de Belén, que fue regalo del que durante 15 años ha sido el párroco del templo sagrado, Miguel Riquelme, que también ha ejercido como su confesor hasta ahora, ya que el sacerdote será trasladado de forma inminente a la Parroquia de El Salvador en Mutxamel. La crevillentina no esperaba que la misa fuese cantada por Pepa y Maria Macià, dos sopranos reconocidas del municipio, como tampoco que desde primera hora de su aniversario los vecinos le darían besos por la calle y le entregarían ramos de flores al salir de su casa junto a la plaza «Salitre».

Cuenta uno de sus hijos que para nada le gusta sentirse la protagonista, aunque esta ocasión lo merecía. Entre su núcleo más cercano le prepararon varias sorpresas que estuvieron a la altura de su sentido cómico. La primera, la recreación de la portada de una revista del corazón repleta de imágenes que viajaban por su historia. Después un vídeo con fotografías que recordaban otras épocas y también a aquellos que ya no la pueden acompañar.

Pepa no tuvo la oportunidad de estudiar pero siempre ha sido muy avanzada para su época. Las guerras para ella fueron un paréntesis del que prefiere no hablar y su tiempo lo emplea en bailar y disfrutar del tiempo que le queda con los suyos.