«En medio del mar navegaba un barco en temporal, y de un golpe fuerte un hombre cayó al mar. Buscaron toda la noche y no lo pudieron encontrar, al amanecer del día lo pudieron salvar». Estos son parte de los emotivos versos que Marifina Martí escribió sobre el relato de un marinero próximo a su círculo de amistades, que sobrevivió a un naufragio y nunca olvidaría lo que aquella noche le sucedió «cuando un manto bordado de estrellas le cubrió, lo mantuvo a flote y evitó lo peor». Son muchas las referencias que los santapoleros conservan en el imaginario colectivo sobre la Virgen del Carmen, la patrona del mar, que más que un símbolo religioso, forma parte de la identidad de la villa marinera ya que muchos se encomiendan a ella, sobre todo en tiempos difíciles, por ser «un amparo y una guía».

Así las cosas, la jornada de ayer sirvió para arropar a la imagen en su día grande pero también para homenajear a todos aquellos pescadores que perdieron la vida en la crudeza del mar. Siguiendo una tradición que ya supera las tres décadas, a mitad de la mañana y después de una multitudinaria misa que congregó a centenares de fieles que disfrutaron también de los cánticos de Los Romeros, fueron decenas de vecinos quiénes se desplazaron hacia la dársena del puerto y desde allí lanzaron claveles y rosas al agua, elemento de la naturaleza que en infinidad de ocasiones ha sido el único testigo de las hazañas y peripecias que han padecido los pescadores desde sus embarcaciones, alejados a miles de kilómetros de sus casas.

Primero fueron las reinas y damas de las fiestas quiénes rindieron este tributo, incluso una de ellas explicó al diario que esta tradición es muy importante porque recuerdan a todos los que ya no están, como el caso de su tío, que perdió una pierna hace 50 años por un problema con el engranaje de las cadenas de su barca y días después fallecía a causa de una infección tras el suceso. Después fue el turno para los concejales del equipo de gobierno, la oposición, los sacerdotes de la villa marinera así como del Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores, Ángel Luchoro, que arrojaron varias coronas de flores desde el puerto. La alcaldesa, Loreto Serrano, señaló que son unos días para «respetar, mantener y potenciar, en caso de que fuese posible». Por último los vecinos se acercaron al borde de la dársena y también lanzaron ramos de flores como Marisa, una ilicitana con vinculación familiar en Santa Pola, que con emoción recordaba a su abuelo, que antes de la guerra civil naufragó y su cuerpo apareció en la orilla de Tabarca días después.

Por suerte, según explican desde la cofradía de pescadores, no hay registro de ningún marinero fallecido de Santa Pola este año que estuviese en activo en el sector, incluso desde el ente local entregaron una placa conmemorativa ayer a doce marineros ya jubilados que han alcanzado los ochenta años y que siempre han estado vinculados a la cofradía.

Procesión

Uno de los momentos más especiales vino en la procesión, que comenzó a las puertas de la capilla engalanada con flores, donde centenares de fieles aguardaban la salida de la imagen, que lucía su manto de gala bordado de oro que durante el año tienen a punto algunas camareras de la virgen como Magda Pérez, que hace años cedió el testigo a su madre para custodiar todos los días el templo. La patrona fue alzada hasta el cielo por cerca de una veintena de devotos, tanto hombres como mujeres, que se ofrecieron a portarla por relevos con el tradicional atuendo de pantalón «maonet», faja roja y pañuelo a cuadros. Incluso había costaleros de otros puntos del país que veranean en Santa Pola y no quisieron perder la ocasión.

La talla tricentenaria de la virgen fue llevada hasta el muelle del puerto seguida de una comitiva con niños vestidos de primera comunión; miembros de la comparsa Pescadores; representantes de la Unió de Festers así como autoridades municipales, el párroco de Santa Pola; el patrón mayor y los cabildos, así como la Banda Unió Musical de Santa Pola, que endulzó la velada.En el puerto se hizo el silencio cuando dos grandes embarcaciones de arrastre encendieron las luces y las sirenas se pusieron en marcha para avisar de la presencia la patrona en el muelle. La Coral Levantina se sumó a la emoción entonando la salve marinera. Con vivas a la reina del mar, la Virgen del Carmen volvió a su templo sagrado para poner el broche a unas fiestas que han estado acentuadas por el centenario de la cofradía de Pescadores, con actividades novedosas como una mascletà nocturna.