Crevillent se ha despertado hoy con aroma a «Pa torrat». Todos los hornos de la localidad han trabajado a pleno rendimiento para servir miles y miles de panes horneados, con sal y abundante aceite, que se degustan con bacalao y ajo asado, habas tiernas, nabos, y un trago de vino. Así lo marca la tradición, a la que con el paso de los años se sumaron las cocas típicas del municipio.

Dolores Hurtado, está jubilada, pero ayer no podía quedarse en casa, sabiendo que en su panadería, la que cogió en 1967 con su marido Manuel, estaban trabando sin parar. «Yo me bajo, porque vivo arriba, y me siento a verles y a ayudar en lo que pueda, o a indicarles cómo se hace esto o lo otro». Dolores no recuerda una Semana Santa sin pasar la mayor parte del tiempo en su panadería, la del Porrut, viendo salir cada Viernes Santo alrededor de 2.000 piezas de «Pa Torrat» y medio millar de cocas, que demandan cofradías, particulares y turistas.

Ahora el negocio lo llevan sus hijos. Gema Candela, nuera de Dolores, explica que «durante estos días todas las manos son pocas, y echamos mano de toda la familia para poder atender la demanda de 'Pa Torrat' y cocas, no sabría decir cuánto se venden durante estos días».

En este horno ubicado en el centro de la localidad, como en todos los demás, se reparten la faena. Unos se encargan de preparar la masa de los panes y las cosas, que se hornean para cocerse y después vuelven a pasar por el horno, y otros preparan los ajos y el bacalao. «Las masas se preparan un día antes, y el Jueves Santo nos ponemos a trabajar por la noche y ya no paramos hasta el viernes a mediodía», apuntaban en esta panadería crevillentina.

En familia

El resultado final se verá durante esta mañana en los almuerzos típicos del Viernes Santo, que celebran las cofradías y hermandades, donde la familia cofrade se reúne, después de seguir las tradicionales dianas, el «Abrazo de la Morquera» y el que «Abrazo en el Calvario», para reponer fuerzas y seguir con una jornada en la que se celebran varias procesiones.