Santa Pola ha abierto la veda para que los emprendedores pongan en marcha el modelo de apartamento turístico, cada día más demandado en el litoral de la provincia para estancias familiares. Desde que en junio del año pasado entrara en vigor la nueva ley de Ocio, Turismo y Hospitalidad de la Comunidad Valenciana, el Ayuntamiento ha tramitado 207 peticiones para convertir una vivienda de uso residencial en turística, y la mayoría de usuarios ya han obtenido el certificado de compatibilidad urbanística con el que podrían iniciar la actividad, un trámite que ahora recae en la Administración local desde que se aprobó la nueva normativa autonómica con la que los propios Ayuntamientos tienen autonomía para regular el número de establecimientos de tipología turística que puede acoger un área. Desde la Concejalía de Urbanismo reseñan que estas peticiones están bastante diversificadas por todo el municipio, sin que destaquen focos concretos donde se estén instalando los servicios de vivienda turística.

Sin embargo, por el momento siete solicitudes han sido descartadas del procedimiento, ya que hay casas que están declaradas como incompatibles para este fin, debido a la tipología de inmueble, porque aquellos que están en posesión de un edificio compartido no podrían constituirse como recurso turístico debido a que el plan general de ordenación urbana impone restricciones a los hogares de este tipo, que suelen encontrarse en varias zonas del municipio como al oeste de la playa de Tamarit, las primeras líneas de playa de Santa Pola del Este o la zona noroeste de Gran Alacant. Aún así, desde el cuatripartito señalan que son mínimas este tipo de construcciones en Santa Pola. Ya en el último consejo de Turismo y Comercio se abordó esta problemática y se instó a una revisión futura de los usos del suelo que contempla el plan general para regular con firmeza estos puntos rojos que impiden dar el servicio para según qué clase de inmuebles.

Sin zonas reguladas

Desde el Consistorio no están regulando la expansión de estos servicios por sect0r, ya que no hay una fuerte presencia de vivienda turística en puntos concretos que entre en conflicto con las áreas residenciales como sí ocurre en grandes ciudades como Barcelona, teniendo en cuenta que en el 71% de las 45.000 viviendas de la villa marinera no hay nadie empadronado, por lo tanto se refiere a viviendas en su mayoría de segunda residencia (un 55%), y el resto en régimen de alquiler o vacías, según los indicadores urbanos del diagnóstico interno del Plan Santa Pola Avant. En el municipio se estima que podrían existir un centenar de inmuebles, a parte de las nuevos que han recibido este permiso, que estén funcionando como apartamento turístico, según los portales de reservas online. Cierto es que son cifras relativas que varían porque se producen bajas y altas constantemente en este sector, ya que en la villa marinera se amplia la población en temporada alta pero hay propietarios de vivienda de uso turístico que han retornado al modelo de alquiler de larga estancia porque no sacan rentabilidad por la otra vía de negocio en los meses más flojos, según explican algunos empresarios a este diario.

Afluencia hotelera

A pesar de que la proliferación de este tipo de viviendas podría empañar la ocupación hotelera, desde las cadenas de Santa Pola atajan que hay un mínimo impacto porque se trata de conceptos diferentes. Durante la Semana Santa los hoteles tienen previsto cubrir el 70% de la ocupación, que rozaría el cartel de completo en el fin de semana antes del Lunes de Pascua, mientras que mañana, el martes y el miércoles bajaría a la mitad el interés por hospedarse en Santa Pola. De media, nueve de cada diez huéspedes son nacionales y empezaron a planificar la estancia en enero y febrero, aunque cada vez crecen más las reservas de última hora. Desde el camping de Santa Pola esperan cubrir el 90% de las 460 parcelas, un 30% más que por el momento. En cuanto a tarifas, una noche en habitación doble con pensión completa y vistas al mar puede costar cerca de 120 euros, un 26% más que en temporada baja, una subida que se aproxima a la de los apartamentos turísticos donde las estancias por cinco días están en la horquilla de los 400 euros.