Un complejo de lujo que está a menos de media vela y con riesgo de cerrar sus puertas si la situación no se revierte. El residencial Santara Life Resort de Gran Alacant sigue a fecha de hoy con varios frentes abiertos. Por un lado hay propietarios que invirtieron sumas millonarias en la zona y han elevado a los juzgados que nunca recibieron servicios asistenciales sanitarios tal y como estaba diseñada esta villa para el descanso, y que incluso se estaban publicitando estancias familiares en portales online, cuando el requisito inicial para alojarse en el complejo es ser mayor de 55 años o tener la necesidad de seguir tratamientos específicos.

Por otro lado este sector de 90.000 metros cuadrados sigue sin tener una licencia de actividad total como complejo, a pesar de que los nuevos gerentes llevan tramitándola desde hace un año y sólo disponen, por el momento, de licencias parciales en servicios como el gimnasio o la recepción. Este contexto marca puntos rojos sobre el futuro del resort ya que una de las vías de financiación parte de los ingresos que hacen las compañías aseguradoras de algunos clientes, mayoritariamente extranjeros, para garantizar la terapia de los residentes, pero muchas de estas compañías no confían en el complejo santapolero por no disponer de la licencia que avale al centro, lo que supone que esté a menos de la mitad de ocupación de huéspedes «y estamos llegando al punto de que perdemos unos 70.000 euros mensuales y no resulta rentable porque pagamos 150.000 euros al mes para mantener el resort y a los trabajadores, y no hay forma de crecimiento», indica Keith Welch, gerente del complejo. En cuanto a los retrasos para lograr este trámite, desde la concejalía de Aperturas alegan que se trata de un expediente extenso que requiere de más personal para resolverlo.

Así las cosas, la dirección del centro asegura que la situación es incierta para el funcionamiento del entorno, ya que la habitabilidad está sobre mínimos. De los 200 bungalows construidos, sólo hay una veintena de propietarios residiendo habitualmente, cinco de ellos españoles, y quince menos que cuando abrió las puertas el resort en 2008 ya que varios inquilinos se sintieron estafados y tuvieron que abandonar el complejo porque no estaban recibiendo la asistencia prometida, tras invertir hasta 240.000 euros por unos inmuebles que fueron clasificados como zona de servidumbre personal perpetua. Es decir, que se funcionaba como una concesión sin que hubiera posibilidad de heredar ni alquilar, mientras que algunos afectados insisten en que les vendieron una vivienda adquirida por división horizontal, según las actas del registro de la propiedad que tienen los afectados. Otros propietarios como Manuela y Jesús (nombres ficticios), reconocen que la crisis económica dejó un panorama desolador cuando compraron hace una década, ya que se frenó la capacidad de inversión. Sin embargo, aseguran que sabían lo que adquirían y no se sienten desatendidos, pagan 1.200 euros mensuales de comunidad y tienen descuentos especiales en el restaurante, el gimnasio o el spa, espacios que no son exclusivos para residentes.

Engaño

Así las cosas, fruto de lo que algunos consideraron un engaño por una serie de contradicciones con el pliego que marcaba las condiciones para construir en el solar, nació una plataforma de afectados del Life Resort, que tiene prevista una vista para junio en el juzgado de Primera Instancia 5 de Elche.

Esperan conocer si se ha avanzado más sobre la denuncia que presentaron en 2017, que fue admitida a trámite, en la que acusan a miembros del equipo de gobierno y al Ayuntamiento en general de presunta prevaricación administrativa por no haber decretado el cierre del resort a pesar de que no reune las licencias oportunas, e incluso desde la plataforma insisten en que el Consistorio era conocedor de que el complejo funcionaba con uso hotelero y se ha estado promocionando en portales de reserva online como respiro familiar, sin limitaciones de edad.

El único portal que actualmente ofrece oficialmente el resort es Booking, donde se detalla que «se presta especial atención a la salud con programas, tratamientos y atención sanitaria profesional solo para huéspedes de más de 55 años y sus familias», es decir, que los usuarios «pueden venir acompañados por personas de cualquier edad y disfrutar de tratamientos opcionales», indica este buscador, ya que en el resto no se puede reservar. Desde la dirección del resort señalan que cuentan con 200 huéspedes y que sólo alquilan estos bungalows cuando los usuarios acreditan la necesidad de rehabilitación, aunque en la estancia puedan estar acompañados de la familia. Según algunos propietarios, se les permite que sus allegados puedan hospedarse hasta 20 días en otras de estas viviendas.