El abandonado chiringuito Peña Grande de Santa Pola se demolerá cuando se incorpore al presupuesto la inversión para adoquinar las calles del centro que se cortaron de manera provisional en el año 2017. Desde el equipo de gobierno tienen la intención de sacar adelante antes de las elecciones municipales el proyecto definitivo de peatonalización, ya que la oficina técnica municipal está ultimando el pliego administrativo y el documento técnico ya está concluido, por lo que la propia alcaldesa, Yolanda Seva, estima que en dos semanas pueda estar listo el expediente para iniciar la licitación de las obras.

Pese a la cercanía de los trabajos, el Ayuntamiento todavía no ha avanzado cuanto podrían costar las obras, en qué calles se actuará primero y qué idea de adoquinado tienen para este proyecto que ha causado tanta controversia entre comerciantes, hosteleros y grupos de la oposición.

En cuanto al chiringuito, desde el cuatripartito sostienen que la demolición costará más de 20.000 euros que tendrán que ser asumidos por la administración local cuando se incorpore al presupuesto una modificación de créditos, que se aprobó en el último pleno por valor de más de 300.000 euros, donde se incluirían ciertas inversiones como el adoquinado, y está previsto que quede un sobrante para el derribo de este inmueble.

Petición de Costas

Dando este paso se cumpliría con la petición de la Dirección General de Costas de restituir a la legalidad y al estado original el paseo Santiago Bernabéu antes de la concesión para ganarle espacio al paseo marítimo. Este chiringuito se cerró en abril de 2018 al cumplirse la concesión por 30 años y las cinco prórrogas, lo que motivó que, a las puertas del verano, la familia que gestionaba este negocio optara por abrir un restaurante con la marca «Peña Grande» en la plaza de la Glorieta para evitar que los trabajadores se fueran a la calle a días de la avalancha de turistas.

Otros usos

En un primer momento, desde el Consistorio se barajó utilizar este mítico quiosco como baños públicos para abastecer a los visitantes en temporada alta, aunque finalmente se desechó esa posibilidad porque no se cumplían los criterios de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida, según afirmaron en su momento desde la concejalía de Playas. A este hecho se sumó que a tan solo unos metros se levantó un chiringuito desmontable de la nueva hornada con aseos abiertos al visitante. Lo que salta a la vista es que este chiringuito lleva cerca de un año clausurado y el tiempo va jugando en su contra, ya que el inmueble, construido con ladrillos, presenta un estado de deterioro notable y para muchos visitantes podría ser incluso un punto de insalubridad porque las ventanas no están totalmente tapiadas y está muy próximo, también, a un parque infantil recién estrenado.

En un mes se cumplirá un año del cierre de este emblema fundado en 1983 por José Bou, quién fuera un patrón de pesca que en una travesía al Sáhara Occidental se inspiró al ver el Cabo Peña Grande. Desde el equipo de gobierno señalaban hace unos meses que para octubre (de 2018), Costas autorizaría la demolición por estar en dominio público marítimo-terrestre, aunque ahora el cuatripartito señala que la Dirección de Costas no marca plazos concretos por lo que solo quedaría la voluntad local para derribarlo en cuanto dispongan de esa financiación antes mencionada. Aún y así, el proceso no sería inminente y el pronóstico es que durante las próximas fiestas de Semana Santa los restos del inmueble sigan en el lugar.

Desde la oposición municipal sostienen que no ha habido ningún debate sobre la demolición y tampoco sobre las calles que se adoquinarán.