«Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley la fuerza y el viento, mi única patria la mar». Recitando la canción del pirata de Espronceda la alcaldesa de Santa Pola, Yolanda Seva, volvió a dar la enhorabuena ayer a los trece tripulantes del Nuestra Madre de Loreto, que recibieron la medalla de plata del Ayuntamiento, la máxima distinción municipal como santa poleros ilustres tras la acción humanitaria de rescate a doce migrantes en las costas de Libia, subiéndolos a bordo mientras que faenaban en alta mar el pasado 22 de noviembre.

El salón de plenos se llenó de familiares de los marineros, vecinos, el patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores o representantes políticos como la presidenta local del PP y diputada nacional, Loreto Cascales y la diputada en Les Corts por el Psoe Toñi Serna. La emoción en las caras de los tripulantes era notoria después de que varios concejales de la corporación, porque no asistieron todos, repartieran la insignia desde el salón de plenos a cada uno de los pescadores tras el mal trago que pasaron durante un periplo «dentro de una prisión de hierro», apuntaba Pascual Durá, patrón de la embarcación, que aprovechó la ocasión para anunciar que el próximo martes por la noche regresarán al mar para pescar por la zona, y reforzó el compromiso de actuar de la misma forma solidaria si se repitiera la triste escena.

Durá cuestionó la actuación del Gobierno central y preguntado por la diferencia de trato de su caso con el buque que desembarcó recientemente en Algeciras con inmigrantes a bordo, lamentó que no tuvieran consideración con ellos, alegando que la razón pudiera «obedecer a que pensaron más en sus votos en las elecciones andaluzas y en sus intereses propios antes que en el interés general de los españoles». La alcaldesa, Yolanda Seva, señaló que siempre anduvieron de la mano de estos «trabajadores del mar» porque concibieron de entrada la ayuda a los inmigrantes sin pensar en las represalías, y sigue sin entender por qué no se tomaron decisiones que «son de sentido común», tras complejas negociaciones «que incomprensiblemente no llegaban a su fin».

Recuerdos amargos

Kemo Dieng, contramaestre del Nuestra Madre Loreto, recuerda que la situación fue angustiosa porque su familia no supo de su paradero durante los diez días por la debilidad de las comunicaciones. Reconoce que es la primera vez que se tropezaba con un caso de este tipo, «y espero que sea el último, me gustaría que parase ese fenómeno», en relación a las personas halladas a la deriva en el mar, de las que tanto él como el patrón del barco desconocen su paradero. Aún y así les queda un vínculo porque uno de los rescatados senegalés les remitió el número de teléfono de su madre, quien más tarde agradeció a la tripulación que hubieran salvado la vida de su hijo.

A este hilo Pascual Dura está intentando ponerse en contacto con los migrantes para que en conjunto con el Ayuntamiento puedan hacerles llegar un obsequio «y darles un abrazo». Durá aseguró ayer, además, que no piensan en las pérdidas económicas sufridas por su acción ni en si existe intención de que la administración autonómica les compense de alguna manera.