El subsuelo de Santa Pola se ha puesto a examen para investigar la magnitud de los restos del Portus Ilicitanus. Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Cádiz han traído por segunda vez a la villa marinera un novedoso sistema de georradar para analizar las estructuras de antiguas civilizaciones que hay bajo el asfalto en el entorno del yacimiento de la Picola y el Cementerio Municipal. Desde primera hora de la mañana de ayer la Policía Local fue cortando varios viales como un tramo de la calle Elche, la avenida Salamanca, Portus o El Palmeral, en el transcurso de las prospecciones.

A simple vista, como apuntan los arqueólogos, el resultado ha sido prometedor porque se han completado las parcelas que quedaron por explorar durante la primera geoprospección hace unos meses en el entorno de Viguetas, y reseñan que es probable que exista una comunicación entre el yacimiento del Portus y la Casa Romana del Palmeral, aunque todavía tendrán que esperar al informe definitivo, que llegará aproximadamente en un mes tras depurar los datos.

Esta sesión ha sido financiada por el Ayuntamiento de Santa Pola. Los arqueólogos andaluces están trabajando conjuntamente con el Departamento de Arqueología de la Universidad de Alicante (UA) para arrojar más luz sobre el valor arqueológico que tiene el municipio. Con la muestra, los investigadores pretenden aumentar hasta el 60% la extensión documentada del antiguo Portus Iicitanus, «y servirá, sobre todo, para preservar los restos y protegerlos cuando se acometan actuaciones como reposición de tuberías», señala Jaime Molina, uno de los directores de la excavación arqueológica de la Picola. Así las cosas, explican que el resultado del estudio se tendrá en cuenta cuando se desarrolle cualquier proyecto en la vía pública que pueda afectar a dicho patrimonio, que quedaría blindado.

En cuanto al sistema, el georradar va aparejado a una furgoneta donde están los ordenadores que muestran las primeras imágenes en 3D que se van captando a través de las ondas. Sin embargo, los elementos que se mostraron durante la jornada no son del todo nítidos y tienen que procesarse posteriormente con sistemas informáticos.

Lo cierto es que el entorno de la Picola también tiene puntos de lectura intensos, lo que revela que hay un elevado potencial de hallazgos que podrían ser la continuación de un fortín ibérico del que ya se tomaron muestras a finales de los ochenta y que data de finales del siglo IV y principios del V antes de Cristo, apunta Juan Francisco Álvarez, otro de los directores de la excavación en la Picola. A partir de ahora tendrán que indagar cómo evolucionan las estructuras que ya se hallaron debajo del mercadillo de Viguetes donde hay un malecón enterrado con un gran muro de amarre para barcos, que da pistas de hasta donde llegaba el nivel del mar tiempo atrás.