«No hay relevo, mi hijo adolescente no quiere pisar al mar y tampoco quiero que lo haga, es muy sacrificado este oficio y los precios son muy baratos». Ramón Sempere es un santa polero que recaló en el mundo de la pesca hace unos años con tal de sacar adelante a la familia. Para mejorar la situación de los marineros y aumentar la competitividad en el sector, la cofradía de Pescadores ha apostado por las últimas tecnologías para asegurar mejor la calidad y revalorizar el gremio amparado bajo el sello «Peix de Santa Pola».

El primer proyecto ya está en marcha y se trata de la remodelación de la lonja del pescado, un edificio que como primer aliciente contará con una doble cinta para la subasta. Las obras comenzaron recientemente y está previsto que finalicen en vísperas de Navidad, con lo cual ahora que el edificio está paralizado y cercado por los trabajos, las transacciones se hacen en la primera subasta que abrió en Santa Pola, un edificio de la década de los cincuenta más pequeño al actual al que le han añadido una carpa para agrandar el espacio.

Las obras de este inmueble en proceso costarán cerca de un millón de euros y son asumidas a través del Fondo Marítimo Europeo de la Pesca (FEM). Las principales actuaciones se centrarán en la distribución para que sea más limpia, eliminando tabiques y ampliando espacios como la recepción o el almacén donde se hace acopio de las capturas, que se triplicará hasta alcanzar unos 600 metros cuadrados.

En cuanto a tecnología, se instalará una doble cinta, ambas de 25 metros, que tendrán una capacidad de almacenamiento de 40 cajas donde se podrá hacer venta paralela que los técnicos controlarán con un visor, y se incrementará el control y la trazabilidad del producto a través de programas informáticos a la última como «trazapez», que por el momento está funcionando en pruebas.

El sistema de doble cinta pondría, a priori, solución a la actual problemática «porque cuando termina la venta remota por internet (que supone un 18% del total) y empieza la venta logística a partir de las 19.00 horas los precios pueden llegar a desplomarse entre un 20 y un 40%» señala Ángel Luchoro, Patrón Mayor de la Cofradía. Así las cosas, con esta doble capacidad de venta se aligerarían las transacciones para subastar en menor tiempo más cajas, una media de 1.100 por hora en lugar de las 600 u 800 que se despachan actualmente.

Según las previsiones, se lograría así más concentración de compradores y las pujas ascenderían, una situación que dista de la temporada actual, ya que los marineros apuntan que hay un 52% más de excedente de pescado que pasa por la cinta, unas 3.500 cajas diarias, lo que supone que los precios se abaraten, y más contando con las instalaciones provisionales donde se ralentiza el proceso ya que con una sola línea de venta hay jornadas en las que están cerrando la lonja más tarde de las 21.30 horas.

Quisquilla congelada

El segundo paso que darán desde la Cofradía es la implementación del servicio de primera venta de quisquilla congelada por temporadas. Están a la espera de que en los próximos días la Conselleria de Agricultura y Pesca les autorice esa nueva actividad para la que invertirán en dos cámaras frigoríficas de 50 metros cuadrados que se ubicarán en el almacén donde ahora se reserva la venta fresca de manera provisional. Con esta apuesta serán la única cofradía de la provincia que dispondría de esta línea de negocio que irá, sobre todo, dedicada a grandes superficies, mayoristas y restauración.

Por otro lado, las próximas mejoras en la Cofradía serán para las instalaciones de la pescadería, la Gobernanza y la Capitanía Marítima, proyectos que están integrados en el Grupo de Acción Local de Pesca Bahía de Santa Pola (Galp) y que serán sufragados en parte a través de las ayudas europeas de los fondos FEM. Las obras para estas dependencias ya están licitadas y traerán nuevos espacios como una ampliación del salón de juntas de la Gobernanza para los 400 asociados.