Crevillent se despidió anoche de la trilogía festera que llenó de gozo a cientos de visitantes y festeros que compartieron la escena en la que los bandos moro y cristiano sellan la paz después de horas de retrueno de arcabuces. La jornada comenzó ayer por la mañana y siguió por la tarde con el tradicional alardo, donde una cincuentena de festeros vestidos con el traje de diana fueron dejando un rastro infinito de pólvora y majestuosos estruendos desde el Calvario hasta la plaza de la Constitución, contando, eso sí, con las limitaciones impuestas desde el Estado para lanzar pólvora, que trae de cabeza a la UNDEF.

Una vez en la céntrica plaza junto a Nuestra Señora de Belén se reanudó la segunda de las representaciones históricas escritas por Salvador Doménech en 1976: la Embajada al Rey Jaime I, que recreó la liberación del Ra'is, en la piel de Salvador Mas, a cambio de vasallaje de las huestes moras al rey de Aragón.

Como manda la tradición, la historia fue narrada en valenciano y la plaza se trasladó al siglo XIII, justo al campamento de Jaime I El Conquistador que, según la documentación, pudo ubicarse en una zona de la Vega Baja. Allí supuestamente se desplazaron las tropas moras encabezadas por el Embajador para negociar la liberación del Ra'is de Crevillent, que previamente fue raptado por los cristianos al final de la primera de las embajadas, escenificada el pasado viernes, cuando el bando de la media luna se negó a rendir vasallaje a Alfonso X de Castilla.

Los embajadores, papeles que recaen en Jaime Antón y José Manuel Alfonso en el cargo aragonés y moro respectivamente, volvieron a parlamentar. El embajador moro ofreció al Rey Jaime I varios presentes para conseguir la libertad del Ra'is; y para endulzar la negociación una escuadra de unas cuarenta mujeres de Berberiscos, comparsa que ostenta la capitanía, tomaron la plaza y la llenaron de colores y danzas orientales que pusieron de relieve, una vez más, el papel relevante de la figura femenina en la fiesta.

Con este gesto quedó clara la expresión del rey Jaume I, interpretado por Juan José Cánovas, cuando dijo: «aiçina es faça tot, es nostra voluntat», en referencia a la intención final de mediar del rey aragonés. Tras la intensa negociación, donde imperó diálogo y concordia, moros y cristianos llegaron a un acuerdo y restablecieron el tratado de paz de 1265, a diferencia de lo que ocurre en otras embajadas donde el final feliz no sale a la luz.

La embajada culminó con un intenso abrazo entre el Ra'is y el embajador moro, seguido de multitud de disparos de arcabuces con los que los festeros celebraron el final de esta trilogía. Hoy es el día grande, con la ofrenda floral (10.30 horas) y la procesión del patrón, a las ocho de la tarde.