Con más espectáculo e intensidad. Así reconquistó ayer el bando de la cruz el castillo fortaleza de Santa Pola, sumergido ya en las fiestas patronales. O al menos ese era el objetivo de la Asociación de Moros y Cristianos ha perseguido para esta edición de los festejos. Reforzar y dar más vistosidad a las embajadas fue el reto.

Ayer fue el turno de la embajada cristiana y de desplegar todo el poderío para lograr la rendición de las huestes moras. Tras la tradicional entrada de los cargos, ataviados con sus trajes típicos, los cañones tomaron las calles santapoleras para comenzar así una intensa y ruidosa batalla en la que se ha trabajado de manera especial durante este año, tal y como señalaron desde la asociación festera. La lucha de palos abrió el combate, para dar paso a los arqueros cristianos, el golpe de los escudos moros.

Así, tras una recreación que despertó la admiración del público concentrado en los alrededores de la glorieta, apareció en escena el ariete para acabar con el asedio de la media luna derribando la puerta del castillo. El embajador cristiano Tony Zamora y su monónimo moro José Pedro Sempere vivieron ayer una de las jornadas más especiales, con la lectura de los parlamentos. También vivieron un momento crucial los paladines Esteban Molina y Alan García que se enfrentaron cuerpo a cuerpo frente al castillo ante la atenta mirada de los presentes.

Uno de los cambios más significativos que marcó el acto y que más expectación generó llegó con la entrada del embajador cristiano, acompañado por todo un séquito de arqueros y escuderos. Apareció por las calles santapoleras oculto entre una capa, junto a una cruz de grandes dimensiones, caminando, en lugar de utilizar su carroza habitual, que fue utilizada por los capitanes. El boato de Fem Damsa y los maquillajes sorprendieron al público, además del ambiente misterioso que rodeó todo el desfile previo al día grande de hoy.