«¿Va usted a Tabarca?» Esta es la pregunta más recurrente que se escucha a diario y cada diez segundos en el puerto de Santa Pola cuando llega el verano. Las tabarqueras, literalmente, hacen su agosto aprovechando el tirón que tiene esta pequeña joya alicantina considerada como la única isla valenciana habitada, y que por lo tanto está pagando un precio por esta exclusividad que se traduce en presión turística y continuos daños a su reserva marina. En cuanto llega la temporada estival, el servicio de transporte marítimo de la villa marinera a Tabarca se activa por completo. En total operan cinco catamaranes, con capacidad hasta 350 tripulantes, dos lanchas a motor y dos taxis, unas embarcaciones gestionadas por cinco compañías, de las cuales tres están asociadas. Desde las tabarqueras señalan que todavía no tienen informes estadísticos de la afluencia en verano hasta que no termine la campaña estival, aún así, los propios vendedores de tickets estiman que de media en plena segunda quincena de agosto pueden subirse a diario sólo desde Santa Pola unas 2.300 personas a las embarcaciones, lo que supondría de media unas 70 personas en cada trayecto, que arranca a las 09.30 hasta las 20.00 horas.

A primera vista los datos reflejan que los catamaranes no llegan al total de ocupación, lo que es normal porque la capacidad que tienen es muy grande, pero a cambio no se producen colas para embarcar y tienen algunos servicios añadidos como visión submarina. Sin embargo, las lanchas son elegidas por los jóvenes que prefieren llegar más rápido a la isla.

La diferencia con otras temporadas como el invierno es que a parte de que hay menos embarcaciones, los horarios aumentan con dos pases más por la tarde y aproximadamente salen los barcos cada media hora, por lo tanto la frecuencia se multiplica llegando a los 20 trayectos. Para captar clientes, las tabarqueras también se han lanzado recientemente a la venta online de tickets para que los usuarios se lleven descuentos de unos dos euros por billete, que ahora en verano suele estar en torno a los 10-15 euros ida y vuelta si se compra físicamente.

Estación marítima

El canal de ventas por internet ha aliviado la transacción en las taquillas de colores del puerto donde ya no se forman tantas aglomeraciones, pero el personal de atención al cliente tiene que seguir alzando la voz para atraer clientela. Este es un tópico que ocurre desde hace años a pesar de que se lleva planteando desde hace mucho tiempo la solución al problema, que pasaría por instalar una estación marítima que aglutine a las tabarqueras en ventanillas únicas con mejores prestaciones.

Como avance, la alcaldesa, Yolanda Seva, sostiene que el anteproyecto está realizado y que como le explicaron desde la Conselleria de Obras Públicas, está previsto que a partir de septiembre empiece a desarrollarse este plan que liberaría espacio del paseo Adolfo Suárez, retranqueando las casetas para agruparlas mejor y frenar «la competencia desleal con conflictos entre empresas y que además se mejore la imagen turística», expone la primera edil. «¿Queremos proteger la zona por más tiempo o explotarla a pasos avanzados y acabar con ella?» Los más escépticos tienen esta percepción de la presión turística que se ejerce sobre Tabarca, una isla declarada Bien de Interés Cultural dependiente de Alicante habitada por 50 personas, 200 menos que en la década de los setenta, que poco a poco han abandonado su lugar de origen por la falta de servicios. Residentes y visitantes han interpuesto hasta 2.893 quejas al Síndic de Greuges donde casi la mitad están relacionadas con temas medio ambientales por los fondeos de embarcaciones o el tratamiento de las aguas residuales.

La Dirección General de Turismo señala que Tabarca está en la estrategia de destino turístico para controlar flujos de visitantes mediante herramientas tecnológicas «para superar la estacionalidad y evitar una concentración en determinados momentos del año», explica a este diario Raquel Huete, responsable autonómica de Turismo. Para equilibrar la situación, ya que sólo en verano se concentran el 65% de turistas anuales, el gobierno valenciano también ha diseñado un plan de empleo para alargar los contratos después de la temporada alta.