El silbato y la alegría para pasear a los visitantes está tardando en hacerse ver y oír este verano en Santa Pola. Como cada temporada alta, el tren turístico se implanta para dar a conocer los principales atractivos de la villa marinera, pero lo cierto es que ya a mediados de agosto este servicio todavía no se ha puesto en marcha, a pesar de que en abril comenzase el proceso de licitación para elegir a la empresa que se encargase de gestionarlo.

El trámite administrativo está dilatándose porque, según fuentes municipales, se están subsanando errores en la documentación que presentó la mercantil a la que se le hizo la propuesta de adjudicación a finales de julio. En cuanto termine la revisión se firmará el contrato por cuatro años improrrogables.

De entrada, el servicio llega tarde este verano, porque según el pliego técnico las temporadas en las que estará en activo el tren son las de máxima afluencia, como es el verano, desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre, además de Navidad, Semana Santa y festivos, con opción de ampliar el servicio bajo demanda de quien lo gestione.

El itinerario mínimo que debe seguir este vehículo turístico será por todo el entramado del núcleo urbano que comprende el centro histórico, Santa Pola del Este, Playa Lisa y Tamarit. Con ello deberá cubrir puntos de interés como los yacimientos arqueológicos, las salinas, el puerto deportivo, los aljibes del Massapá, el acuario municipal o la zona de tabarqueras, entre otras.

A diferencia del núcleo urbano, en Gran Alacant existe desde 2009 asistencia un tren turístico que ha dado servicio de forma ininterrumpida excepto en enero para llevar a cabo actuaciones de mantenimiento. El itinerario es circular a lo largo de un trazado de más de tres kilómetros que abarca las principales avenidas y sirve para trasladar a los turistas a una docena de paradas, que incluyen centros comerciales, playas o el Clot de Galvany.

En verano se intensifica el horario de lunes a domingo, incluso por las noches, mientras que fuera de la temporada alta el bajón se hace evidente, ya que el 99% de los usuarios son turistas, mayoritariamente extranjeros, «y hay seis meses del año en los que no resulta rentable», reconoce Blas Ruiz, encargado del tren turístico.