«Es una forma de disfrutar de la playa en igualdad de condiciones ahora que nos hacemos mayores y tenemos más dificultades». Marisa es una de las cerca de 120 usuarias totales de los dos puntos accesibles de Santa Pola que hay instalados en la playa de Levante y Gran Playa. Este servicio para personas con discapacidad física y psíquica está gestionado por Cruz Roja y estará en activo hasta septiembre.

Los espacios de Gran Playa y Levante sirven como plataforma donde los usuarios conviven junto a sus familias. Aplauden el servicio, pero notan algunas carencias como el espacio, limitado sobre todo en el punto de Levante, «que hace que estemos un poco apretados», señalan. Aún así, las dimensiones del puesto de Gran Playa aumentarán en unos 100 metros cuadrados porque es el más solicitado ya que es el punto que más excursiones recibe porque hay mejor accesibilidad de los autobuses.

Por otro lado, proponen que el horario pueda expandirse hasta las 20.00 horas como ocurre con el servicio de socorrismo. El Ayuntamiento este año solamente ha podido ejecutar una parte de los proyectos previstos en la zona. Se han colocado nuevos toldos y pavimento antideslizante de hormigón en el área para personas con discapacidad psíquica en Gran Playa. Este material sustituye a las tablas de madera que forman las plataforma, que se han degradado por la humedad y la inestabilidad de la arena ocasiona que se creen una especie de escalones que «han supuesto algún que otro resbalón», señalan.

Las actuaciones pendientes como los nuevos toldos se incorporarán la próxima temporada, que son necesarias porque no cumplen con las normativas ya que cuando hay fuertes rachas de viento se rompen o se vuelan. Desde el área de playas explican que se aplazan las actuaciones porque las primeras licitaciones se quedaron desiertas y cuando se terminaron adjudicando los trabajos y se hizo acopio del material, ya había empezado la temporada alta y «hubiera sido un problema tener que limitar la actividad una semana hasta que se terminasen las obras», apunta Mercedes Landa, edil de Playas. Jose Antonio Sa lleva 60 años bañándose en las playas de Santa Pola junto a su mujer. Es madrileño de nacimiento pero ver y sentir el mar lo llena de vida. A los ocho años sufrió una poliomielitis y perdió parte de su movilidad hasta el punto de que por comodidad ha dejado el bastón y se mueve en silla de ruedas. Para introducirse al agua, José Antonio tiene que hacer uso de una de las seis sillas anfibias. Cruz Roja apunta que de media se dan entre 10 y 15 baños. En primer lugar el usuario con diversidad funcional puede acceder a este elemento acuático mediante una grúa que lo impulsa. Una vez dentro los especialistas de Cruz Roja lo acompañan hasta el agua y lo asisten para salir después.

Previamente el usuario, o en su caso la familia, tiene que firmar el consentimiento sobre si quiere permanecer en el agua sentado en la silla o si prefiere liberarse de este elemento para bañarse con tiempo ilimitado. Sin embargo, a pesar de la inversión con la renovación de las sillas acuáticas, los usuarios notan que los nuevos modelos son más incómodos, pesados e inestables para el baño. Asimismo, la mejora más notable que notan los usuarios es la renovación de los aseos públicos junto a estos puntos y al resto de playas, que ahora mejoran la accesibilidad con más urinarios y ducha en mejores condiciones.