El verano ha entrado de lleno en Santa Pola, los atascos son la tónica general y la búsqueda de aparcamiento una tarea de lo más estresante para muchos. El último estirón de julio demuestra, además, que los turistas empiezan a hospedarse en la villa marinera y a parte de las segundas viviendas, donde residen unas 50.000 personas, y hoteles, la opción que está cogiendo fuerza es la de los apartamentos turísticos, con hospedajes que llegan a alcanzar los 700 euros semanales por familia (contando cuatro personas) en agosto, es decir, entre un 40 y un 60% más caros que en otras temporadas.

En 2015 había registradas en el municipio 5 viviendas con distintivo de apartamento turístico, y este año se han triplicado los números, alcanzando las 17 según el portal de Turismo del Ayuntamiento de Santa Pola. Un modelo de negocio que se estila desde tiempo atrás en otras localidades costeras y que es reciente en la villa marinera para sacar rentabilidad, por ejemplo, a casas heredadas. Sonia, que prefiere ocultar su apellido, fue de las primeras en poner en marcha este servicio donde ha tenido que hacer una fuerte inversión para reunir los criterios de accesibilidad y mobiliario adecuado que exige la Conselleria en la declaración responsable, con tal de convertir en turístico su apartamento en primera línea de Playa de Levante. «Y es condición indispensable de garantía, además, para poder ofertar el alojamiento en plataformas digitales como Airbnb o Tripadvisor con quien tenemos un seguro por si algo se estropea», explica.

Sin embargo, critican la competencia desleal porque hay propietarios que rentan la casa sólo estas fechas bajo un modelo de arrendamiento temporal e incluyen servicios complementarios ilegales, exclusivos de los hoteles como la lavandería, aseguran.

En cuanto a los precios, la gran mayoría de estos servicios turísticos sólo están operativos en verano, pues fuera de la temporada estival baja casi a mínimos la demanda, al igual que el coste. José Antonio Sempere veranea por primera vez en Playa Lisa con su mujer, hijos y nietos. Jubilado, vendió su chalet para probar «nuevas experiencias» y han apostado por pasar el mes de julio a la orilla de la playa en un piso de primera línea con tres dormitorios, que tuvieron que reservar dos meses antes y por el que han pagado 2.000 euros, con 700 euros de fianza previa. «Me parece un poco caro, pero es lo que hay», sostiene.

Desde las inmobiliarias apuntan que tienen poca oferta de alquileres, pero por los que entran a preguntar, Santa Pola del Este y la avenida Santiago Bernabéu está bastante solicitada, sobre todo, con cliente nacional. En octubre un adosado para cuatro personas estaría en 600 euros todo el mes bajo modelo de arrendamiento temporal. Ahora en julio: entre 1.500 y 2.000 euros, y las previsiones de agosto son de aproximarse a los 3.000 euros en algunas viviendas. Los expertos señalan que el propietario busca que el hospedaje sea mínimo de 15 días para sacar más rentabilidad y evitar costes como la limpieza.

Afectados

En cierto modo los servicios hoteleros se han visto afectados por el aumento de alquileres, que benefician, sobre todo, a familias numerosas. La media de ocupación hotelera está al 88%, según las reservas en los portales online para esta última quincena de julio y que el precio una semana para dos personas puede llegar a los 855 euros, mientras que en la primera quincena de agosto se dispararía a los 1.750 en algunos establecimientos.

Sin embargo, hay hospedajes tradicionales en la villa marinera que están a medio gas, como el Hotel Patilla, cuando en otras temporadas por estas fechas han estado al 70% de ocupación. Explican que en parte pueden mantener un mínimo de huéspedes que llegan a Santa Pola después de haber perdido un vuelo internacional, y que de media la estancia está en unos 3 días. Creen, además, que la cancelación de algunas pruebas deportivas y el cambio de fechas que se efectuaron como la Duatlón han notado un retroceso en alojamiento de huéspedes.