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La artesanía más meticulosa cobra vida en Crevillent

Más de quince artistas de la comarca exponen en la Cooperativa Eléctrica un centenar de enseres domésticos pintados y bordados a mano

La exposición incluye todo tipo de enseres. antonio amorós

Pasión por un arte que requiere de mucho mimo, paciencia y buen gusto. La Cooperativa Eléctrica de Crevillent inauguró hace unos días una muestra que supera las cien piezas únicas de enseres domésticos de cerámica, porcelana, vidrio o tela pintados a mano, que muestran un abanico de motivos floreados, retratos o paisajes.

Se encuentran desde espejos hasta saleros y otros artículos de menaje como cuencos o vajillas pintadas por catorce mujeres y un hombre, la mayoría crevillentinos, que descubrieron este mundo en los últimos años a través de la artista local Esperanza Mas, que los acompaña en esta muestra donde salta a la vista su trabajo.

Se exhiben los diseños de los últimos tres años, que han necesitado de mucha rigurosidad en la composición. Durante una prueba, Esperanza Mas explica que, para pintar sobre estos materiales, primero se prepara el engobe, que es una pintura especial en polvo que se amalgama con un disolvente. En caso de trabajar sobre porcelana, se utilizan pigmentos al tercer fuego para que, al pasar por la mufla, se impriman bien las pinturas, que suelen ser óxidos y pueden tener un alto coste, por llevar oro en la composición para alcanzar tonos como púrpura. El trabajo finaliza en el horno a temperaturas que pueden ir de los 800 a los 1.100 grados centígrados, dependiendo de si se actúa sobre porcelana o cerámica, respectivamente.

Los socarrats son uno de los motivos más singulares en la muestra. Esta técnica de azulejo cerámico nace a finales del siglo XIV y principios del XV para ornamentar entrevigados de los techos, que utilizaban las familias de clase media para imitar los policromados de las casas palaciegas. Los dibujos muestran animales, caballeros, mujeres y escenas galantes de la época, pero de manera muy ingenua, porque los autores eran las campesinas y sus hijos, que dejaban volar la imaginación en las cosechas con bosquejos de mujeres con trajes exagerados o leones con cabeza de gato.

Los nuevos tiempos han limitado esta vertiente artística y los artesanos y artesanas tienen poca confianza en que haya relevo generacional. «Esto se termina, pero seguro. Todas las personas que lo hacemos superamos los cincuenta años, es algo laborioso y la gente joven no se vuelca, lo desconoce, y las viviendas de ahora son muy minimalistas, con poca decoración», señala Esperanza Mas.

Compartiendo esta muestra, que estará abierta hasta el 5 de junio, de lunes a sábado, de las 18 a las 21 horas, hay una colección de otro grupo de artesanos con colchas a mano bordadas con realce, festón o siguiendo la técnica americana e inglesa del patchwork, «a retales», con motivos de estrellas o muñecas sunbonets. «Lo hacemos por afición y no está pagado, porque lleva muchas horas», señala Marisa Candela, una artesana que se inició en las labores a los cinco años.

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