Danzas populares, veleras manufacturando en el obrador y pescadores poniendo a punto las redes. El Museo del Mar de Santa Pola cobró ayer más vida que nunca. Se inauguró la nueva exposición permanente en el Castillo-Fortaleza, que recrea a través de varias salas el modelo de hogar tradicional de pescadores y familias burguesas en los dos últimos siglos, como también se hace un homenaje a la primera oficina municipal que tuvo Santa Pola, cuando creó su propio Ayuntamiento en el año 1812.

Durante la presentación de ayer, un numeroso grupo de voluntarios, muchos de ellos participantes de las representaciones de la Venida de la Virgen de Loreto, se enfundaron trajes de la época y reprodujeron los oficios tradicionales de Santa Pola en el interior de las seis salas, transformadas en viviendas, que están repletas de enseres que han sido donados al museo en la última década por una veintena de particulares interesados en conservar los enseres de sus antepasados. Haciendo un repaso por esta exposición, se recrea una cocina típica de pescadores, con objetos que van desde una mesa con el mortero hasta tinajas de agua o la lumbre que calienta el caldero. Comunica una puerta azul, símbolo marinero, con un dormitorio humilde donde reposa la máquina de coser, el orinal debajo de la cama o cuadros en las paredes que remarcan la devoción patronal.

A unos metros, el contexto es bien diferente, y la atención se traslada a un salón comedor de alta alcurnia en el que cabe el piano, la radio, figuras de mármol y juegos infantiles caprichosos como un monopatín. Anexo se encuentra una alcoba con colchas de hilo fino, muñecas de porcelana y prendas de lujo, que suponen los ajuares de novia de finales del siglo XIX que han sido recuperados de palacetes antiguos.

El último espacio simboliza el nacimiento de Santa Pola como municipio independiente de Elche. Así, se representa un despacho con una gran fotografía que data de cuando el primer Ayuntamiento estaba ubicado en el propio Castillo-Fortaleza. Aparece, también, instrumental de trabajo como máquinas de escribir, sellos o armarios llenos de archivos que han sido donados por la antigua aduana portuaria.

Según María José Cerdá, directora del museo, «el objetivo es completar todas las etapas históricas, ya teníamos una sección arqueológica y etnográfica que va desde el Neolítico a la actualidad, y ahora recreamos los modos de vida en los últimos siglos». Señala que el trabajo de musealización se inició con la anterior directora, Maria José Sánchez, almacenando en las dependencias los cientos de donaciones que han hecho vecinos que buscaban que sus efectos personales tuvieran una segunda utilidad, para reavivar la memoria histórica. Desde entonces, comenzaron a investigar a través de fotografías antiguas y pistas en los periódicos locales de la época sobre costumbres, mobiliarios y comportamientos de los habitantes. Reconoce, además, que sólo han mostrado una parte del material custodiado, y que poco a poco sustituirán algunos enseres para dar la sensación de que el museo está vivo. Además, a partir de hoy comienzan las visitas teatralizadas en estos nuevos rincones.