El Yacimiento de Peña Negra de Crevillent no deja de dar sorpresas a los arqueólogos y al resto de la comunidad científica. La que llaman la ciudad de Herna sigue en constante estudio por la riqueza arqueológica de este entramado de 40 hectáreas en la sierra donde se han determinado, tras los últimos hallazgos, nuevas construcciones que datan entre el siglo séptimo y sexto antes de Cristo, que demuestran que Peña Negra fue un centro de poder de primer orden durante etapas de asentamiento como la fenicia, que trajo un aire cultural al lugar.

El pasado 4 de abril se puso en marcha la quinta campaña de excavaciones que impulsa el Ayuntamiento de Crevillent en colaboración con la Universidad de Alicante (UA) y la Generalitat. Durante estos días, hasta ayer, un grupo de estudiantes de arqueología han trabajado sobre el hallazgo de un pequeño altar situado sobre la vaguada del entorno de la choza.

Este descubrimiento aporta más luz a los usos que se daban en el edificio anexo, que ya ha sido interpretado con paneles informativos al visitante, donde en parte se dedicaban al culto, ya que contaba con tres habitaciones y elementos sacros como una capilla para iniciar rituales, además de bancos corridos que demuestran que era un lugar de encuentro. Según Alberto Lorrio, director de las excavaciones y catedrático del departamento de Prehistoria de la UA. «El yacimiento está casi sin explorar y en continuo cambio, lo que supone que no paremos de hacer interpretaciones porque, por ejemplo, los patrones no se repiten y en el caso de las viviendas cada una tenía una medida porque se adaptaban a la topografía del entorno», apunta el investigador.

En este sentido, la estrategia que se sigue es la excavación por sectores para su posterior consolidación y musealización, tanto de los nuevos hallazgos como los que realizó hasta finales de los ochenta el arqueólogo Alfredo González Prats. Con estas labores adecuan el patrimonio e incorporan elementos arquitectónicos, como parte de muros, para hacer más entendible al visitante cómo vivían las civilizaciones antiguas.

Aunque la campaña ordinaria de excavaciones termina, los técnicos estudiarán el asentamiento hasta junio y los operarios limpiarán la fortificación de El Castellar, en la zona más elevada, además de completarse la excavación iniciada en 2015 en una vivienda que tiene varios departamentos y suelo enlosado. «No hay ningún yacimiento en el sureste peninsular con esta extensión y abarca una secuencia cultural que va desde la edad del cobre hasta el mundo romano tardo imperial», añade Julio Trelis, arqueólogo municipal y director del museo arqueológico de Crevillent. Peña Negra fue un punto estratégico donde se tenía el control de la costa y que principalmente se dedicaba a la fabricación y exportación de metales al final de la etapa del bronce, ya que se halló un taller con más de 200 moldes de fundición.

Siglos más tarde hay un clima de inestabilidad, se producen asedios y los lugareños entierran objetos de valor de vidrio, piezas de orfebrería de primer nivel como diademas de oro o pendientes de plata. Unos enseres que suscriben la idea de que Peña Negra fue un centro de poder del que queda mucho por saber.