Renovarse o morir. Esa es la tendencia que se está dando en el sector alfombrero de Crevillent, ya que algunas empresas tradicionales que apuestan por materiales únicos como la lana están anotando pérdidas económicas. «No podemos competir con Bélgica o Turquía que trabaja con acrílicos que cuestan un tercio menos que la lana de estambre, pero para emplear ese material tendría que hacer una inversión grande de maquinaria que no tengo» apunta Juan Antonio Lledó, empresario que lleva toda la vida dedicada al sector, y que en los últimos años ha pasado de tener a diez personas en plantilla a tan sólo dos, un tejedor y él mismo. Considera que el retroceso se debe a la globalización del sector y la infinidad de materiales y tendencias nuevas, que, lamenta, está motivando que se cierren tiendas tradicionales y que no haya relevo porque «el público demanda algo bonito y barato», explica el empresario, que resiste gracias a trabajos puntuales para hoteles o incluso iglesias.