El Ayuntamiento, a través de la junta de portavoces, discutirá sobre qué hacer con las calles franquistas que aún quedan en el municipio crevillentino.

Desde hace meses se viene hablando de qué forma se consensuaba la retirada del resto de vestigios en Crevillent que no cumplen con la Ley de Memoria Histórica. Desde diciembre del año pasado, el Gobierno municipal redacta un inventario para la Dirección General de Reformas Democráticas a petición de la Generalitat Valenciana de los elementos que pudiesen estar afectados por la Ley 52/2007 de Memoria Histórica por ser motivo de exaltación pública y personal de la sublevación militar, la guerra civil y la dictadura. En ella, pretenden incluir calles y monumentos franquistas para su estudio por el Consell. Este inventario se está consensuando a través de la junta de portavoces.

Mientras que en la pedanía de El Realengo existía hasta hace poco la calle Generalísimo, en el centro de Crevillent existen más calles que deben estudiarse para su posible retirada o modificación. Entre otros, entre las propuestas, se nombra a Anselmo Mas Espinosa, documentado como responsable de muchos informes que llevaron al paredón a algunos crevillentinos, según el informe previo. Otra calle es Augusto Aznar, médico, militar falangista y golpista condenado en 1936 por rebelión militar. En la lista también figura Diego López, guardia civil implicado directamente en los sucesos de la calle Peine crevillentina en 1934, donde asesinaron a dos manifestantes. Enrique Valera fue golpista y se le condenó por rebelión militar. Francisco Candela fue jefe local y fundador de Falange. También tuvo una calle en Alicante que fue retirada en 2016. Guillermo Magro fue golpista al igual que Ismael Candela, quien ejerció como médico y fue afín al régimen. Maciá Rives fue jefe provincial de Falange y no tenía ningún vínculo conocido con el municipio. Ramiro de Maeztu era diplomático contrario a la democracia establecida. Reverendo Pascual Martínez fue rector de la iglesia de Belén y artífice del intento de rebelión militar a nivel local, tras el que huyó de Crevillent. Por último, Salvador Mas fue jefe local de Falange y milicias y detenido en Madrid en 1936, por ser autor de un atentado de tiroteo en Crevillent, según el informe elaborado.