Un palacio de cristal, con rocas blancas y con las mejores vistas a la bahía de Santa Pola. Con estos atributos la villa marinera pudo presumir durante décadas de su principal imagen hotelera, un edificio de ensueño que se fue a la deriva con la crisis y el declive del turismo en la localidad costera.
El hotel JM, un establecimiento cerrado hace cinco años, pero todavía promocionándose en webs turísticas, tenía tres estrellas y disponía de 190 habitaciones todas equipadas perfectamente con televisión y teléfono con línea exterior, baño privado, climatización independiente y, un balcón con unas impresionantes vistas de la ciudad. Además, el spa se convertía en uno de los principales atractivos para todos sus huéspedes.
Sin embargo, los encantos de esta cadena hotelera se alejan de la realidad actual. Las pintadas y los grafitis cubren gran parte de las pareces del edificio, desde las fachadas hasta la azotea. Una montaña de tierra y troncos de palmeras dan la bienvenida al hotel. El libre acceso a la propiedad privada, al alcance de todos, se ha traducido en ascensores descolgados y cristales rotos. La piscina también ha quedado al descubierto por la rotura de los grandes ventanales exteriores.
Ante este panorama, la Guardia Civil y la Policía Local han detendido ya a diez personas por «numerosos intentos de robo, okupación y destrucción de la propiedad privada». Desde el Ayuntamiento aseguraron que han intensificado la vigilancia para evitar que se acceda de manera ilegal. El Consistorio garantizó que ya han comunicado al propietario la obligación de velar por la seguridad y el mantenimiento del inmueble.
Fuentes municipales señalaron a este diario que la propiedad hotelera se enfrentaba a una actuación hipotecaria, pero sin conocer en qué punto exacto se encontraba la situación actual del negocio.
Al complicado historial del hotel, se suma que hace tres años una banda de narcotráfico intentó comprar el inmueble para convertirlo en el mayor prostíbulo de Europa.
