Pendientes de ver tirar abajo el centro de Primaria que se clausuró en enero de 2013 tras el desplome repentino de un aula. El colegio Hispanidad continúa a la espera de la demolición del inmueble deteriorado, cuyos trabajos se han visto retrasados por las últimas precipitaciones caídas en el municipio.
Tras comenzar con los trabajos previos a finales de septiembre, los técnicos están pendientes todavía de realizar las conexiones de luz, agua potable y alcantarillado con el edificio de educación Infantil, que continúa abierto a los niños.
Con ello, según fuentes municipales, las lluvias han pospuesto la demolición debido a que la zanja por donde se han de realizar los enlaces se ha llenado de agua. No obstante, desde el Ayuntamiento apuntaron que, una vez finalicen estos trabajos, el centro educativo podrá ser demolido en los próximos días, tal y como estaba establecido en el plan inicial de trabajo, que preveía finalizar todas las tareas a final de octubre. De hecho, tal y como se anunció en el inicio de las obras, la empresa prevé llevar a cabo el derribo en tres o cuatro días. El siguiente paso será el desescombro y acondicionamiento del terreno, estimado en unas dos semanas y media.
En ese plan, el alcalde de Santa Pola insistió en que los trabajos «se deben coordinar para que se minimicen al máximo las posibles molestias a los alumnos de infantil de las aulas colindantes». Por ello, se tiene previsto el cese momentáneo de las tareas durante la entrada y salida a clase de los escolares.
Asimismo, durante todo el proceso de demolición y desescombro, se llevará a cabo un riego permanente de los terrenos afectados para evitar la acumulación de partículas en el ambiente.
Así, con el asfalto de los alrededores del edificio de Primaria levantado y el inmueble despejado, los padres cuentan los días para ver demoler parte del colegio. Un paso adelante previo para la construcción de un nuevo centro escolar en el mismo punto que el antiguo.
Un inmueble de los años 70
El «Hispanidad» sufrió en enero de 2013 un accidente que dejó a diez escolares y a una profesora heridos tras el hundimiento de parte del forjado sanitario de un aula. Y es que, el edificio de más de 40 años, sufría un fuerte deterioro por el paso de los años y una alta condensación de humedad.
Con ello, los informes técnicos realizados tras el siniestro determinaron que las infraestructuras educativas debían ser demolidas y comenzar la construcción de un nuevo edificio. Después de esta decisión tomada por la Conselleria de Educación, las fechas para derribar el colegio han ido retrasándose a lo largo de dos cursos escolares.
