Consultamos a cuarenta jóvenes artistas plásticos y visuales sobre el porqué o qué les ha decidido para residir y trabajar en nuestra provincia, una plaza no muy favorable para el ejercicio profesional de la práctica artística contemporánea. Pese a ello, y a los pronósticos nada halagüeños, hay muchos más artistas afincados en la terreta. Hemos realizado un muestreo, una cata, centrándonos aún más en los que no viven en la misma capital.

El problema comienza a plantearse cuando se está terminando o se ha terminado la carrera o los estudios. Es un momento crucial. En ese período, el o la artista debe decidir qué hacer con su vida, con sus estudios, con sus ideales. Es el momento de decidir dónde uno o una va a vivir. Así nos lo han indicado, los que más recientemente se han incorporado a la práctica artística profesional. Alex Martínez, del Colectivo CNARTE (Elda): «Después de haber transcurrido dos años del fin de carrera y tener la convicción de dedicar mi vida profesional a las artes plásticas se posiciona ante mí la más sincera realidad.

La complejidad que puede suponer vivir de una profesión, como en mi caso la pintura. Tengo la suerte de compartir espacio de trabajo con mis hermanos que además de taller compartimos profesión» y que mucho antes hicieran Carlos y Noé Martínez, los otros componentes del grupo. Planteamiento que tienen que hacerse en un momento todos y todas, pues como indica Antonio Azorín (Villena): «Cuando terminas la carrera te quedas con una sensación extraña de vacío y de abandono, porque no sabes qué es lo que va a ser de ti a partir de ese momento; hasta entonces siempre has tenido objetivos más o menos concretos. Pero cuando todo se acaba no te sientes preparado para el mundo real.

En mi caso lo primero que pensé fue en alargar como fuera esa fase de formación para no tener que pensar: hacer un máster, apuntarme a algún taller, etc». Esa misma situación relata un veterano, Víctor Cámara (Redován): «Cuando terminé la carrera de Bellas Artes en Valencia, el panorama no pintaba bien. Quedarme en Valencia era buscarme la vida en un McDonalds o algo así, sin tiempo para crear: trabajar para pagar el alquiler».

Es complicado. Varias pueden ser las causas de elección del lugar donde vivir. Algo muy importante y que va a consumir esfuerzo y economía. Somos de la opinión de que las circunstancias personales, familiares, las puramente vitales, pesan mucho o son de gran importancia. Es cierto también que la vida aquí -hasta ahora, por lo menos-, es más amable o menos hostil que en las grandes ciudades. De esa opinión es Ulula Corvo (Alicante): «Tan pronto como tuve una clara intención de dedicarme al arte, vi necesario el hecho de emigrar.

Las razones eran una mezcla de necesidad, de buscar mi propio rumbo en ciudades desconocidas y la salida de una ciudad cuyos horizontes eran más bien estrechos». Sin embargo, para Rafael Hernández (Villena) estas decisiónes «€obedecen a cuestiones que, como en tantas ocasiones, se anudan entre el azar y la necesidad. Nosotros creemos elegir dónde y cómo vivir, pero en muchos casos la última decisión es tomada por el destino, siempre con nuestro consentimiento». Comparten opinión Kribi Heral (Biar) y David Trujillo (Benidorm).

Aurelio Ayela (Alicante) nos indica: «Atravesamos un momento difícil, en el que el mercado nacional del arte y las circunstancias generales de la economía son pésimas. Las políticas del gobierno van contra el desarrollo de la cultura en nuestro país, y no digamos actualmente en la Comunidad Valenciana. El primer impulso es salir corriendo a buscarse la vida fuera». «Está claro que no podría tener un taller, como el que tengo, en Madrid y menos en New York, pues se impone la idea de la base de operaciones desde la que producir y hacer contactos fuera».

Eso mismo motivó a trasladar su estudio del carísimo Londres a Castalla al artista británico Peter Foster MaCleod hace veinte años.

Para Antonio Agulló (Elche) «no tiene que ir mejor por el hecho de vivir en otra ciudad» y de opinión similar es Juan Fuster (San Juan) para quien lo familiar complica algunas elecciones. Defiende Salvador Gómez (Alicante) que «quedarse en casa, siempre ha sido lo habitual, al menos antiguamente. Pero quedarse no quiere decir "no ir"?. Yo vivo en esta ciudad, porque estoy asentado, están mis raíces, y desde luego, la razón principal es porque me gusta este sitio especialmente».

En el aspecto de las raíces hace hincapié Isaac Montoya, burgalés afincado desde hace muchos años en la ciudad, cuando recalca que «las raíces no sólo forman parte del arte, son además el epicentro de su universalidad». Cualquier elección tiene su compensación, por supuesto.

Afortunadamente se ha deslocalizado el arte, no existe una única capitalidad artística, Isaac Montoya (Alicante) opina que «ir a Nueva York, a Berlín o a Londres a buscar la modernidad lo veo como parte de una rancia tradición emigratoria de la que este país ha sido víctima durante décadas. "Todo lo que venga de fuera es mejor" es el gran eslogan de esta pueblerina campaña que esconde el gran problema del arte español que es su falta de análisis, su definición y su puesta en valor».

Compartimos esa opinión, sobre todo cuando se han visto casos evidentes de lo inútil de haber emigrado, preocupando mucho más la tendencia de copiar, fusilar o adaptar al propio estilo, lo que está de moda o vende. Añade Montoya: «La carrera de un artista se desarrolla a lo largo de toda su vida. No es la consecuencia de la estancia limitada de una beca. Es un proceso de investigación formal y conceptual que transcurre a lo largo de muchos años. En todo ese tiempo el artista ha de compatibilizar el arte con otras experiencias vitales que no solo son fundamentales en su vida personal sino que además quedarán reflejadas en su obra de una u otra forma».

Pese a esa idea, no quita que viajar resitúa y también es fuente de conocimiento. Contar, como tenemos, con un aeropuerto internacional, bien conectado y a bajo coste, y una buena línea de tren, facilita la conexión con los distintos epicentros artísticos, opinan Carlos Balsalobre (Alicante) y Peter Foster MaCleod (Castalla). Para Alicia Lam, «no importa el lugar en el que te encuentres, importa la curiosidad que tengas».

Un apartado importante o de peso también es el hecho de exponer ¿es determinante para un artista? Cayetano Ferrández (Alicante) indica con mucha franqueza y valentía personal: «Hace diez años mi único afán era conseguir una exposición (€) esto es una carrera de fondo, otro sinsentido más. [€] Si el sentido del arte es comunicar, ya lo estamos haciendo, colocando las imágenes en Internet». De manera similar opinan Ángel Hernández (Elche) y Carlos Serrano (San Vicente del Raspeig).

Una ventaja de la contemporaneidad es que, con Internet, no importa dónde residas y pone los flujos de información al alcance de todos. Para Olga Rodriguez (Elche) «te facilitan enormemente la búsqueda de información y la comunicación con el resto del mundo (€). Pero, en ocasiones, resulta un exceso de información y hay que aprender a navegar con control, seleccionando con criterio la información adecuada en cada momento». Xavi García (Monóvar) matiza: «Hoy en día un artista emergente, además de sus pinceles o cinceles, debe tener otras dos herramientas preparadas: Internet y las maletas.

En mi caso, hay etapas en la que dedico casi el mismo tiempo a Internet que al hecho creativo». Añade Luisa Pastor (Alicante): «Con la llegada de las nuevas tecnologías, el estudio del artista se abre al mundo y, a su vez, el mundo entra en el estudio del artista». Unánimes: Víctor Cámara (Redován), José Cerezo (San Vicente del Raspeig) Álvaro Jaén (Elche), Alexander Marr (aka Kaufman) (Benidorm), Laura Boj (aka Taratela) (Alicante) y Paco Valverde (Elche).

Otra cuestión es la de los que proviniendo de fuera de nuestras fronteras, se han establecido aquí. Es inevitable establecer las comparaciones por los que se han afincado aquí. Mercedes Fittipaldi (Alicante), vino hace diez años de Argentina y aquí ha desarrollado su faceta artística y se siente como en casa. El artista cubano Elio Rodríguez (Elche) dice sobre el escenario artístico alicantino: «De todos es sabido de las pocas opciones artísticas que padece Alicante (¡¡en Elche son cuasi nulas!!), así que trabajar acá se reduce en principio a eso: trabajar».

La también cubana Gertrudis Rivalta (Alicante) exterioriza: «Es difícil acostumbrarse aquí a que el arte se encierre en un círculo más cerrado, tanto institucional como comercial, en el que nos vemos siempre las mismas caras y cuesta un poco implicar a la ciudadanía que, por desgracia, aún no ha comprendido que el arte y la cultura son algunas de las formas más sublimes que tiene el individuo para enfrentarse a la mediocridad y al desánimo. Acostumbrada a ver como en mi país la gente de calle se identifica con sus movimientos artísticos y cómo el arte ocupa un lugar en el prime time de la televisión siempre me ha extrañado la falta de ese respaldo en una sociedad con muchos más medios€ pero quizás con muchos más prejuicios».

El argentino Gonzalo Núñez y el alemán Hans Some (Bacarot) opinan que «a Alicante le falta pensarse, reflexionarse como cultura. Acorralada, como buena parte de la historia de un país, a ser una cultura turística, todavía no genera los resortes intelectuales (no edificios, no contenedores ni programas hechos a dedo), que la saquen de su quietismo cultural, que se acomoda y a la vez desfallece en ser "la mejor tierra de sol y playas"».

No ha habido una masiva diáspora de artistas al extranjero, como está sucediendo en otras provincias -pese al triste panorama existente-. Hemos contrastado opinión con artistas alicantinos que han dejado estas tierras y Javier Romero (Nueva York) indica: «No considero que exista garantía o relación entre la cantidad de información que se consume y la calidad del trabajo artístico, por lo que no puedo asegurar que todo ello me haya hecho mejor artista. Una cuestión básica de la práctica artística. Lo que sí valoro es que mi trabajo haya evolucionado formalmente sin renunciar a cuestiones de fondo que siempre han estado en mi obra.

Eso lo considero positivo, más aún cuando el exceso de estímulos, en especial en una ciudad como ésta [€] Por otro lado, la competencia tan feroz que existe aquí puede ser un elemento de presión no siempre fácil de afrontar pero puede ser igualmente un motor para emprender cosas, y evidencia que junto a la constancia de la rutina en el estudio, el tiempo que exige la (árida) promoción de lo que ahí sucede es una parte fundamental de la agenda del artista». Para Antonio Ortuño (Nueva York), también en la Gran Manzana, «la idea de salir a explorar, crecer, aprender y sobre todo hacer lo que a uno le gusta, no es lo mismo que huir de lo que no nos llena.

Por eso, desde el punto de vista del que decide por sí mismo, sin coacción directa o indirecta salir de su mundo, tiene que ser una experiencia plena si se vive con ansias de conocer y querer participar en una, cultura, hábitos, etc. que no son los tuyos, pero que a la larga se hacen cotidianos y te integras sin dificultad».

Perceval Graells (París), que nos ha dejado recientemente, nos indica que en la Ciudad Luz «existen algunos espacios comunes donde ir a pintar. Creo que es una buena idea ya que de esta manera se puede conocer a gente que trabaja activamente en el mundo del arte y conocer lugares y espacios alternativos».

Alma Ajo (Alicante) expone que «si he sentido la necesidad de viajar o de cambiar de residencia, ha sido más por motivos vitales, que estrictamente artísticos». Indica Ana Maya (Altea): «Cada mañana me despierto buscando inspiraciones en los huequitos que quedan entre los quehaceres diarios y entre la rutinaria riqueza de emociones que da la maternidad€ Mientras tanto€ el arte€ que emerge allí donde una vive, convive y trabaja en sintonía con su propio lenguaje artístico, ese lenguaje está donde una está; cuando se dibuja, se compra el pan, se cocinan lentejas o se hace una escultura».

Hayamos decidido o no el vivir aquí, creemos realmente que el problema o la dificultad para ejercer la práctica artística «c·o·n·t·e·m·p·o·r·á·n·e·a» en esta tierras es que, en Alicante, el llamado Sistema del Arte Contemporáneo a nuestro entender, no existe como tal, a diferencia de otros lugares. Está cortocircuitado, no existe una red, real, como tal, quiere seguir siendo manejado o controlado por unos pocos, no plural, de manera unívoca, unipersonal y de pensamiento único, no sistematizado.

¿Cuántas de nuestras (politizadas) instituciones alicantinas se han suscrito o se acogen al Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte Contemporáneos establecido en 2007? N·i·n·g·u·n·a. Es más algunas o han disuelto sin más los constituidos patronatos asesores, compuestos por profesionales, o sencillamente los han llenado de amigos apesebrados. Así nos va.