Supongo que a ustedes también les habrá sucedido en alguna ocasión: por equivocación o despiste, tiramos papel en la bolsa de basura orgánica yÉ ¡zas! ¡Aparece la culpa! Hemos interiorizado la necesidad de reciclar, creyendo así que, con nuestra heroicidad anónima, mejoraremos el entorno y salvaremos el planeta. A ello ha contribuido el vertiginoso "manual de autoayuda verde" que circula por nuestras contaminadas sociedades. La pregunta crucial es: ¿podemos solucionar los problemas ambientales de manera individual? El argentino Sergio Federovisky, biólogo, periodista, presidente de la Agencia Ambiental La Plata y docente de Política ambiental en la Universidad Torcuato Di Tella, responde a este interrogante en Los mitos del Medio ambiente. Mentiras, lugares comunes y falsas verdades.

El libro, editado veinte años después de la Cumbre de la Tierra, evidencia una tragicomedia: consejos como "usar menos electricidad", "consumir menos productos nocivos" o "generar menos basura" contradicen el actual sistema capitalista. Estamos ante un mero "listado de buenas conductas" ineficiente para regenerar el medio. Con otras palabras: es absurdo pretender un cambio de conducta colectiva cuando el sistema empuja en dirección opuesta. La clave radica, como señala el autor, en "la ausencia de políticas de Estado y la falta de ejemplos institucionales". Solo con buena voluntad personal, no arreglamos nada, porque el sistema económico imperante no lo permite; la crisis ecológica es, antes que nada, una crisis social, económica y política.

Federovisky combate el pensamiento único, y desmitifica aquellos términos reiterados hasta el hartazgo: desarrollo sostenible -un oxímoron-, reciclaje -¿acaso es nuestra responsabilidad "la obsolescencia programada" o los residuos generados por la excesiva producción?-, impacto ambiental -un instrumento puramente técnico-, energía limpia, cultivos transgénicos que no resuelven el problema del hambre, comida sana -desconfíen de los actimeles, danacoles, vitatens, proactivsÉ-. Meros conceptos engañosos, conducentes a un "optimismo superficial" que esconden el verdadero problema, el gran mito: el capitalismo sangrante que genera problemas y ofrece falsas soluciones. ¡La teoría resulta tan fácil!