Cuando el presidente de la Diputación de Alicante, Julio España, decidió, pese al criterio de personas conocedoras de la historia de Alicante, rotular el Museo de Bellas Artes con el nombre de "Gravina" cometió una injusticia cultural y una falta de coherencia museística. El palacio donde se ubica el museo había pertenecido a la familia del conde de Lumiares, uno de los alicantinos más ilustres que ha dado la ciudad, iniciador de estudios arqueológicos, epigrafía latina y numismática, y al que la Academia de la Historia, en coedición con el Instituto Gil-Albert, le dedicó en 2009 un amplio estudio, en el que colaboró ampliamente Rosario Die.

Lumiares era hijo de Antonio Valcárcel y Pérez Pastor, un Caballero de la Orden de Santiago, natural de Hellín, que logró un buen matrimonio, aunque secreto, al casarse con Isabel Mª Pío de Saboya, condesa viuda de Fuensalida. A clarificar la vida alicantina de tan distinguida noble dedica Rosario Die un muy documentado trabajo -Lejos de la Corte. El "destierro" alicantino de la Princesa Pío en la segunda mitad del siglo XVIII- sobre esta familia, que pasó a ser alicantina desde su llegada a la ciudad en 1748, y que despeja numerosas dudas, entre ellas el porqué de su abandono de la Corte, de la que fue desterrada al no aprobar el rey su matrimonio secreto con el caballero de Hellín.

En Alicante permanecería Dª Isabel de por vida, teniendo como residencia el palacio que hoy alberga el Museo de Bellas Artes, y en donde nacería su primogénito Antonio, el sabio conde de Lumiares, y otros nueve hijos, de los que sobrevivieron cinco.

Rosario Die repasa con precisión las propiedades rústicas que fueron adquiriendo en la Huerta, como las heredades de Fabraquer y Musey, en El Campello, dedicadas a la producción vinícola, en especial de vino fondillón, y las vicisitudes familiares, con sus constantes desencuentros con su primogénito Antonio, con el que no hubo nunca sintonía afectiva.

En 1776, tras la muerte sin descendencia de su hermano, Dª Isabel pasó a convertirse en Princesa Pío (un título italiano) y marquesa de Castel Rodrigo, y su hijo primogénito en conde de Lumiares, además de heredar un cuantioso y disperso patrimonio, cuya descripción, y los esfuerzos de la nueva propietaria por clarificarlo, son objeto de análisis detallado.

La vida de la Princesa Pío terminaría en marzo de 1799, sin que sus relaciones con Lumiares se normalizasen. Era Grande de España de primera clase, y quizá la figura más relevante de la nobleza residente en el Alicante del siglo XVIII, y responsable de que en abril de 1789, en uno de los salones de su palacio, se celebrara la proclamación de Carlos IV con sendas representaciones de la ópera de Paisiello El Barbero de Sevilla, probablemente la primera ópera que pudo escucharse en la ciudad.

Cuando se produjeron los sucesos de mayo de 1808, D. Antonio Valcárcel encabezó la Junta local constituida en Alicante, y formó parte de la Junta Suprema de Gobierno en Valencia para enfrentarse a los franceses. La muerte le llegó en Aranjuez en noviembre de 1808 cuando acababa de constituirse la Junta Central, de la que era uno de sus miembros destacados representando al Reino de Valencia junto al conde de Contamina. Hoy el recuerdo de aquella gran dama y, sobre todo, de su ilustrado hijo, han quedado sepultados por una decisión equivocada al no recordar sus nombres ni hacerles justicia en su propia casa.